Algunos amigos se enfadaron conmigo cuando leyeron mi artículo sobre La energía de la Roja. Al parecer no les gustó mi manera de criticar la actuación de la selección española ante el equipo holandés en el Mundial de fútbol que se juega en Brasil. Me llamaron de todo y me tildaron de… No aceptaron mi manera de expresarme y me exigieron deberes y compromisos. La verdad es que sigo sin entenderles pero obviamente respeto su opinión. La interpretación de los datos y la diferencia política entre ser elegido o designado parece que no la entendieron a la hora de ponerme a parir. Les anuncié la secuencia de los enfrentamientos deportivos que estamos teniendo con los diversos clubes de nuestro grupo, y les indiqué que primero con los flamencos, luego con los mapuches, para dar paso en último lugar a los naturales del país de los canguros. Hasta la noche de hoy, miércoles 18 de junio, la Roja había recibido siete goles en los dos partidos jugados y sólo había marcado uno, y de pena máxima. Un balance francamente flojo, propio de una empresa en crisis. Es que el cambio que hizo Vicente del Bosque no dio resultados positivos.
Ni el modelo energético de Canarias aportó soluciones a la batalla de Maracaná. Me refiero a la alineación de David Silva, de Arguineguín, y de Pedro Rodríguez, de Arico, que no de Aruba como le señaló recientemente un periodista madrileño. De todas maneras, jugando como se jugó, y con esa estrategia “forestal”, por lo de del Bosque, no se puede ganar al equipo del histórico mapuche Lautaro. Lo dijo al final del encuentro el mismo míster español: “La eliminación de España fue justa, ya que ellos fueron mejores”. Me imaginé al chileno Pablo Neruda conversando con el español Alonso de Ercilla acerca de los alisios y de la camanchaca, al igual que al mapuche Lautaro con el militar Pedro de Valdivia sobre la obra isabelina Inés del alma mía. Saldrían a relucir también La Araucana y el rey Juan Carlos I de España. Conociendo la historia de los dos personajes chilenos, estoy seguro que muchos habrán pensado que la derrota española en Maracaná fue la venganza de Lautaro, celebrando la histórica fecha de la abdicación del rey Borbón. Me llamó la atención un email que el amigo Ángel García me envió antes de comenzar el partido del talegazo futbolístico español. Comentaba que si la Roja, la Hispania Nostra de fútbol, perdía su partido contra la selección de Chile -del final de la tierra, del cono sur- sería buena oportunidad aprovechar el partido contra Australia, el lunes 23 de junio, para celebrar la Noche de San Juan, hacer una fogalera en el centro del campo y quemar los “muebles viejos”.
Y como no me canso de repetir “estancarse es retroceder”, debemos tener claro lo que hay que hacer para el futuro inmediato.