X
tribuna >

La vida es hoy – Por Indra Kishinchand López

   

La vida era ayer”, me dijo. Me di cuenta entonces que hay días que se disfrazan de domingo. Y existencias que se esconden entre copas de ron. Nunca habíamos llegado a ahogarnos; solo esperábamos a que la felicidad nos sacara a bailar, aunque fuera un rato. Tampoco éramos exigentes para con los de nuestro alrededor, y sin embargo no podíamos evitar preguntarnos si eran ellos o nosotras quienes habían atrofiado la supervivencia con sus engaños. Aquella tarde la lluvia llegó sin avisar y trajo consigo la sensación de que nos encontrábamos saboreando las últimas horas de la semana. Mañana nos amoldaríamos de nuevo a la rutina y fingiríamos que esta nos gustaba más que cualquier plan improvisado.

Pero ahora veíamos las calles mojadas y tristes; podíamos oler su melancolía, ese sentimiento tan típico de una gran ciudad en el que las voces recorren miles de kilómetros para acabar chocándose con los prejuicios y las mentiras. Hablamos de lo bonito de encontrar un mar entre tanto asfalto y de los finales que nunca acaban. De los amigos que, afortunadamente, te persiguen hasta el fin del mundo para recordarte que la vida fue ayer, pero sigue siendo. Nos imaginamos entonces a cualquier hora y en cualquier lugar recitando versos en silencio y empolvando fantasías con arena. Eso era lo que mejor se nos daba. Y hasta ahora no habíamos encontrado más compañía que nosotras mismas.