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Adiós a Lorenzo Olarte – Por Ignacio Manuel González Santiago*

   

Lorenzo Olarte nos sorprendió a todos, una vez más, al anunciar que abandonaba el Centro Canario Nacionalista, CCN, para refundar el Centro Democrático y Social, CDS. Un partido español de ideología centrista, heredero de la extinta UCD, que fundó Adolfo Suárez hace 32 años, en 1982, y que posteriormente se integró en el PP, en 2006. Al parecer, Olarte, un político con ADN centrista puro, en su corazón y quizá en su cabeza, nunca lo abandonó del todo, a pesar de su última militancia nacionalista en el CCN. Sustituir a Suárez es una misión imposible, salvo para un político gigante como Lorenzo Olarte. Resucitar el CDS es incluso más difícil: un milagro divino, que elevaría a Lorenzo a los altares de la política española y mundial. Dos tareas titánicas, en las que el CCN no seguirá esta vez a nuestro presidente fundador. No podemos, porque somos nacionalistas, como él nos enseñó. Olarte lideró la transición del CDS al CCN en Canarias, cuando el CDS se desplomó electoralmente en toda España. La primera vez que me propuso hace un año resucitar el CDS, pensé sinceramente que era una broma, pero ahora me doy cuenta de que iba muy en serio. Alguien lo convenció de que los muertos políticos resucitan y que él sería el mesías, que conseguiría el milagro de la resurrección del CDS. Sé quién es ese falso apóstol y aparecerá, como Judas junto a Olarte, en la rueda de prensa que ambos ofrecerán en septiembre, para comunicar la monumental hazaña. Se reirá con esa sonrisita suya, tan jactanciosa sin motivo, y torcerá su ya despoblado y canoso bigote, cerrando sus diminutos ojos negros, escondidos detrás de sus gastadas y gruesas gafas, para anunciar con algún latinajo innecesario, junto al impetuoso Olarte, su regreso a la política activa, a lomos del espectro del CDS, al menos hasta las próximas elecciones municipales, en las que como siempre, e ineludiblemente, se estallará electoralmente. Le deseo a Lorenzo Olarte lo mejor en su nueva y superlativa última aventura política y que no termine como Miguel Roca y la operación reformista. No se lo merece. Los que sí se lo merecen son los que lo han animado a dar este último salto político al vacío, por no respetar su edad ni su enorme figura política. Te pido perdón, Lorenzo, por no seguirte. No puedo traicionar las ideas nacionalistas que tú me transmitiste. Me quedo donde me dejaste, al frente del partido que tú fundaste: el CCN. Te perdono, incluso, los ataques personales que me has dedicado en los medios de comunicación para justificar innecesariamente tu decisión, inmerecidos e injustos, para que te vayas tranquilo. No te guardo ningún rencor sino una sincera y profunda admiración política y mi agradecimiento personal por todo lo que me has enseñado durante tantos años. He sido un privilegiado al contar contigo a mi lado tanto tiempo. Tu marcha me causa un sentimiento contradictorio y extraño. Lo normal es que los hijos se marchen de la casa de sus padres, cuando crecen, pero en este caso, ha sido al revés: el padre abandona la casa de sus hijos, para independizarse. Cuídate mucho y recuerda que el CCN siempre será tu casa, y yo tu amigo.