Al menos esta vez, el Tribunal Constitucional ha proporcionado a Canarias una buena noticia. Eso y no otra cosa es el levantamiento de la suspensión cautelar sobre dos puntos concretos -los apartados a y c del artÃculo 4.2- de la Ley de renovación y modernización turÃstica, que en febrero pasado recurrió el Gobierno central por considerarla inconstitucional. Con esta decisión, y al menos en tanto no se sustancie la cuestión de fondo por el alto tribunal -que podrÃa tardar varios años, no menos de tres o cuatro, según fuentes jurÃdicas-, quienes tenÃan proyectada en las Islas la construcción de hoteles de cinco estrellas o de más lujo en Tenerife, Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote -islas a las que afecta dictamen te este apartado de dicha ley- podrán seguir adelante con sus planes inversores, lo que sin duda va a dar pie a nuevas actividades económicas en unos momentos en que lo que se necesita es precisamente generar riqueza y propiciar la creación de empleo. Con ello, el Constitucional viene a limitar el alcance que el gobierno central pretendÃa otorgar en su recurso a la construcción hotelera en general, cuando el ejecutivo canario tan sólo se habÃa planteado la suspensión de los nuevos hoteles de cuatro estrellas salvo en algunos supuestos. El recurso del Consejo de Ministros contra la ley canaria fue planteado por entender que la mentada ley autonómica vulnera la normativa estatal sobre libre acceso a las actividades de servicios y su ejercicio, de noviembre de 2009, asà como la llamada Directiva Bolkestein de la Unión Europea, que consagra la libertad de establecimiento en el territorio comunitario.
Una cosa es incentivar determinado tipo de establecimientos o supeditar su construcción a la rehabilitación turÃstica en condiciones prefijadas y otra tratar de dirigir al inversor hacia donde al gobierno le conviene y en las condiciones que le conviene. De ahà que tanto los partidarios de la renovación y rehabilitación como los deseosos de incrementar la oferta de hoteles de cuatro estrellas -en general, los más demandados del mercado, sobre todo en Gran Canaria- traten de pactar con el gobierno autónomo la revisión de la ley en función de las necesidades y de la experiencia, de modo que se garantice la seguridad jurÃdica al inversor, junto a su libre iniciativa, además del cumplimiento de unos mÃnimos de calidad que exige un sector tan competitivo como el turÃstico más la conveniencia de no saturar el mercado, liberalizándolo por completo, con una oferta desmesurada que a la larga pueda producir en las Islas una crisis de consecuencias impredecibles.