Te deseo buenas vacaciones, amigo, y, en efecto, en septiembre nos seguiremos leyendo, ¡porque en la isla siempre resulta difÃcil verte! La última vez te vi estabas en la primera fila del salón de actos de Caja Canarias, escuchando a Jordi Évole, pero luego te esfumaste. Claro, la cosa municipal te absorbe, y no me extraña. Eres concejal de una de las ciudades más bellas de Canarias, y tu obligación ahora es impedir que esa belleza se deteriore. Como la obligación del Gobierno de Canarias y de los canarios es evitar que las prospecciones petrolÃferas constituyan un peligro para las costas insulares. En cualquier trabajo polÃtico, esta es una prioridad; deberÃa serlo, también, del Gobierno de la Nación, que lo cumple en Baleares y sin embargo lo desdeña en el caso canario. A estas alturas, en medio del dime y direte, al que dices que contribuye Brufau, yo no culparÃa al industrial sobre el que caen tantas responsabilidades. Como bien dices, él defiende su compañÃa, otros defienden otros intereses. Los intereses polÃticos han de pelearlos los polÃticos; y me parece que en este momento preciso de la situación les corresponde a éstos comenzar un nuevo método de persuasión respecto al Gobierno del Estado. Soy tan solo un periodista, al contrario que tú, que tienes una doble condición; si yo tuviera ese estatus duplicado (o triplicado: ciudadano, polÃtico, periodista) yo le dirÃa a Paulino Rivero que intensifique la diplomacia en estado crudo, que utilice las vÃas más sofisticadas que tenga a mano y que trate de encontrar alianzas que hasta ahora me parece que no se han explorado. Por ejemplo, que se reúna con el nuevo lÃder del PSOE, Pedro Sánchez, que ha hecho profesión de fe ecologista, que trate de concitar ánimos polÃticos en torno a su propuesta de suspensión indefinida de las prospecciones. Será más eficaz eso, asà lo estimo, que seguir hablando con Brufau. ¿Qué le va a decir Brufau? Lo que ya ha dicho, que es lo que tiene que decir, aunque a ti no te guste. Hasta septiembre, Juan Manuel, y cuÃdate leyendo.