Según la expresión popular, un maestro ha tenido éxito al trasmitir sus enseñanzas, si sus discípulos le superan con el tiempo. Aunque patético, caso observable en los dos maestros de Nicolás Maduro: Hugo Chávez y el creador del aparato propagandístico nazi …Goebbells. Aunque el genocida nazi quizás no hubiere llegado, nunca, a la desfachatez de auto concederse premios a la ejemplaridad periodístico-informativa. Chávez quizás. Maduro si.
Tanto como a su ministro del Interior, el general Miguel Rodríguez Torres, ambos a través del Movimiento Periodismo Necesario, sindicato oficial de periodistas creado -como otros- para anular al legítimo, histórico e independiente, y en su caso integrado por simpatizantes chavistas, o periodistas sometidos por necesidad, cuya labor es exaltar al Gobierno y descalificar opositores. Como Kirchner en Argentina, Correa en Ecuador, o Morales en Bolivia, el modelo de “periodismo libre” de Maduro limita la compra de papel a prensa escrita crítica; el Estado compra medios tras ahogarlos con multas para despedir periodistas críticos, y bloquea redes sociales, pese a lo cual Maduro ha sido premiado “ante su destacada labor en twitter” (¡!), y Rodríguez Torres como el comunicador del año “por informar de forma oportuna y veraz”, pese a ser responsable, desdibujar y ocultar la represión de los últimos tres meses, incluidas 231 agresiones a 165 periodistas (según el legítimo Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa) y la expulsión de cronistas extranjeros por informar a disgusto del chavismo sobre esas protestas y sus causas. Vergüenza y dignidad son lo primero que pierde un totalitario de derecha o izquierda. Pero conservará el miedo a quienes informan. Intentará comprarlos, eliminarlos, o mimetizarse con ellos proclamándose periodistas y aceptando premios de hojalata. Aún así le derrotará la verdad. Hasta un ruborizado genocida como Goebbells lo sabría.
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