ROMINA CONCEPCIÓN DARIAS/YESSENIA GARCÍA MORALES/ERNESTO GARCÍA PÉREZ/RUTH TORRES MONZÓN | Santa Cruz de Tenerife
El Palmetum se plantea como una idea innovadora que transforma un espacio altamente contaminante, como es un vertedero, en una estampa bucólica: un jardín botánico. El paso del tiempo ha jugado en contra de esta instalación santacrucera y ha dado de sí cantidad de reestructuraciones donde se han invertido gran cantidad de recursos naturales y, sobre todo, económicos que aún no han dado sus frutos. El Palmetum de Santa Cruz de Tenerife es un Jardín Botánico gestionado por Parque Marítimo S.A. Cuenta con un total de 12 hectáreas dotada de una vegetación de palmeras de todo el mundo, dividido en secciones biogeográficas. Por ello es el mayor espacio verde de la ciudad, desarrollado sobre una montaña artificial de desperdicios urbanos, conocida como El Lazareto. El proceso de rehabilitación llevado a cabo ha sufrido diversos impactos ambientales derivados de su anterior uso como vertedero.
El vertedero cerró en 1983, mientras que el proyecto inicial se redactó junto con el parque marítimo en 1991, iniciándose las obras en 1995 con financiación de la Unión Europea y de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife. Surgió gracias a la sensibilidad artística, botánica y visionaria de los ingenieros de caminos Juan Alfredo Amigó y José Lluis Olcyna, así como el ingeniero agrónomo Manuel Caballero, y el asesoramiento del artista César Manrique.
Este proyecto tardó 20 años en coger forma y se ha invertido una cantidad notable de dinero público, la cifra económica más relevante es la inversión de 5,2 millones de euros para las obras del año 2010. Respecto a esto, Pedro Fernández Arcila, concejal de Sí se puede en el Ayuntamiento de Santa Cruz, comenta que “en ocasiones se dilapidó el dinero público” y, según su parecer, “se tenía más interés en malgastarlo que en avanzar en el proyecto”. Asimismo, según sus palabras “en los últimos años de la década anterior se gastaron millones de euros sin justificación alguna”.
Según el Real Decreto 9/2005 de 14 de enero, la recogida y tratamiento de otros residuos se considera como una actividad potencialmente contaminante del suelo. Sin embargo, la ex diputada regional de Coalición Canaria, Dulce Xerach Pérez, afirma que cuando se decidió destinar ese suelo a vertedero, en los años 50 o 60, no existía tal normativa. Asimismo, destaca que “cuando se comenzó a construir el Palmetum al comienzo de la Democracia se cumplieron todos los requisitos legales que había que cumplir y este cumplimiento se ha seguido actualizando año tras año”.
Los objetivos principales al redactar el proyecto en 1991 fueron, en primer lugar, reforzar el foco turístico comercial de la ciudad con la creación de un espacio de ocio y cultura que le complementa y enriquece. Además, construir un elemento paisajístico con personalidad propia y diferenciada, con una concepción de espacio abierto que reconcilia a la ciudad con el mar y, por último, recuperar un espacio maldito para convertirlo en un elemento de trascendencia sociocultural.
Alberto Bernabé, segundo teniente alcalde del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y presidente del Palmetum, destaca que 23 años después y transcurridos varios meses desde la apertura del recinto, este ha tenido un total de 10.000 visitantes. “Creo que estamos en condiciones de cumplir los objetivos que se marcaron y convertirlos no en una necesidad para la Isla, pero sí en un fantástico atributo para la ciudad”, señaló Bernabé.
El acceso al parque tiene un precio de 1,50 euros para la población residente, y de 4 euros para el público restante. No obstante, el presidente recalca que ante todo “el objetivo económico del Palmetum ha nacido con el único fin de que los ingresos generados por entradas y otros recursos económicos sufraguen sus costes, por lo tanto, las previsiones económicas tienen más que ver con el éxito de público, puesto que es este el que va a condicionar el presupuesto, y no al revés”. Además le resulta una “auténtica genialidad y de una singularidad extrema el convertir un vertedero, una montaña imposible, en un vergel, un oasis dentro de la ciudad”. En la misma línea, Dulce Xerach Pérez piensa que “es una buenísima idea recuperar con naturaleza una zona de la ciudad que estaba absolutamente degradada”.
Dos de cada tres visitantes son canarios, y uno de cada tres turistas extranjeros, siendo la nacionalidad alemana la más repetida. “A medida que se pueda incrementar la promoción del Palmetum para la siguiente temporada turística, creemos que el número de visitantes extranjeros se incrementará”, destaca Alberto Bernabé.
Mantenimiento
Con respecto al mantenimiento del parque botánico, por un acuerdo con el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, “la contrata que mantiene con los parques de la ciudad, se encarga también del mantenimiento del jardín, destinando a tal efecto un total de siete jardineros”. No obstante, cualquier visitante del Palmetum puede detectar la falta de mantenimiento del mismo y la inaccesibilidad en gran parte del parque, ya que muchos rincones se encuentran aún en construcción y un gran número de plantas están secas y con síntomas de enfermedad. Asimismo, las tuberías y mangueras de riego se detectan a simple vista y el mal olor es latente. La impresión tampoco mejora con los planos de señalización del parque, ya que no concuerdan con la realidad. Tras el cierre del vertedero, la fermentación residual continuó. Para la desaparición de los gases se llevó a cabo la instalación de un sistema de pozos, bombas y una antorcha. A lo largo de los primeros años se percibió el olor de gases y muchas de las plantas murieron debido a las altas temperaturas alcanzadas en la capa superior del suelo. Carlo Morici, biólogo y diseñador del Palmetum en su primera etapa, declaró a DIARIO DE AVISOS en diciembre del pasado año que “las palmeras no morían por los gases, sino por el viento y la sequedad del aire. Hizo falta esperar más de 10 años para que las pantallas cortavientos formadas por árboles crecieran y se creara un entorno sin viento y con humedad, y que se instalaran las aves y los insectos y que el suelo cogiera vida”. A este respecto las declaraciones del botánico Octavio Rodríguez son concisas: “El viento y el frío son factores que condicionan el estado de la palmera. Las palmeras son plantas tropicales, y necesitan calor. Hemos tenido un invierno duro, con mucha agua y mucho frío y eso no le viene bien a la palmera. Si están en lugares “abrigaditos” no tendrán muchos problemas, sin embargo las que están en sitios venteados con una temperatura baja sí”.
“Hay que tener en cuenta las condiciones climáticas, hay palmeras de muchos lugares del planeta, y la mayoría son tropicales”, condiciones con las que la ciudad de Santa Cruz no cumple, también hay que tener en cuenta el riego de la planta “dependiendo su lugar de origen puede llevar más o menos agua, y si la temperatura de la planta no es la adecuada podrá estar mejor o peor”, según Rodríguez.
El problema del suelo
El Palmetum tiene su base en el antiguo vertedero de la ciudad y como tal su suelo es inmensamente diverso, en él “hay muchos abonos, materia orgánica que viene bien para las plantas y también hay otros compuestos como materiales de construcción, productos químicos o incluso puede haber materia radiactiva”, según el botánico.
En el vertedero se depositaban todo tipo de residuos, residuos domésticos y materiales inertes (escombros, materiales de construcción, vehículos, etc.). El objetivo era cubrir los huecos que quedaban en el terreno con distinto tipo de residuos, para proporcionar una cierta estabilidad.
Este problema depende mucho del acondicionamiento del mismo antes de sembrar o trasplantar las especies naturales, según Raimundo Cabrera, fitopatólogo, “si esas tareas previas no fueron hechas correctamente, entonces es posible que se presenten problemas de muy difícil solución” la cual pasaría por sustituir especies sensibles por otras con mayor adaptación.
En la tesis llevada a cabo por Ana Dácil Nolasco Torres en el año 2002, con el título Emisiones biogénicas ‘NO’ controladas a la atmósfera por el vertedero de Lazareto, Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias” se llegaron a una serie de conclusiones entre las que se encuentra la detección de importantes niveles de emisiones biogénicas “no” controladas en el ambiente superficial del vertedero de Lazareto, cuya distribución espacial no es uniforme, reflejándose tres núcleos principales de desgasificación: zona norte, suroeste y central.
Una incorrecta impermeabilización
-Miguel Ángel García Cruz, técnico superior en Salud Ambiental, destaca que los lixiviados del interior de la montaña son el verdadero problema, ya que “no se hizo una impermeabilización antes de verter los residuos de la ciudad durante todos esos años, y después simplemente se cubrió con tierra por lo que eso sigue yendo a parar al mar”. Asimismo, añade, que no es la única fuente de vertidos en la zona, puesto que hay que tener en cuenta la refinería, una desembocadura de aguas residuales por el castillo negro y los residuos del “muellito” donde están viviendo personas sin hogar. Por su parte, Dulce Xerach declara que el proceso de regeneración del suelo del Palmetum no mantiene semejanza con el de la refinería, puesto que “esta tiene un suelo contaminado solo de petróleo, mientras que en El Lazareto había de todo, y lo más complicado fue el tratamiento de los gases que se han ido desprendiendo de la basura”.