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El resultado de la conectividad – Por Ylka Tapia

   

La constante conectividad a la que estamos sometidos, y que anteriormente parecía que de forma voluntaria, nos permite estar informados hasta de lo insustancial de nuestros contactos. Es sorprendente la facilidad con la que hemos asumido que, mediante las aplicaciones de mensajería instantánea de nuestros teléfonos inteligentes, estamos obligados a permanecer atados mediante una especie de hilo virtual, cuya equívoca cercanía permite hablar (o discutir) con un familiar o desconocido y saber dónde se encuentra a cada instante. Es más, una tarea que debería ocuparnos poco tiempo acaba dilatándose por culpa de las constantes interrupciones de las notificaciones, convirtiéndonos en protagonistas de artículos de “expertos en planificación del tiempo”.

Pero lo grave del asunto es la dependencia que ya padece un número significativo de internautas, definida como phubbing -la Fundéu no ha publicado su equivalente en castellano-, ese descortés hábito de estar más pendientes de la pantallita del móvil, abstraídos en el número de “me gustas”, comentarios o conversaciones de chat, que de la situación social en ese momento. Y todos alguna vez lo hemos hecho, y seguro que de la forma más inoportuna. El problema surge cuando se convierte, de forma inconsciente, en una desviación.

Volviendo al hilo virtual del que difícilmente podemos desatarnos, sí somos capaces de romper vínculos emocionales vía mensaje de texto, renunciando al cara a cara. Los pensamientos “ha leído el Whatsapp y no quiere contestarme” o “¿con quién hablaba a las 4 de la mañana”, son el sinvivir de individuos con cierta predisposición al apego, amplificado por estas aplicaciones. Luego, el rastreo incesante de la actividad reciente de la expareja o la excesiva atención a lo que hace o dejar de hacer un amigo solo desgasta. De igual modo afecta a nuestra capacidad de concentración en el trabajo y despierta suspicacias entre nuestros jefes y compañeros -sobra decir que con la pareja todavía más-. La solución de depende de nosotros, de los límites que establezcamos en las horas de conexión, privacidad e involucración en los compromisos sociales. Nunca está de más recordar que lo digital debe sumar y no restar en nuestras vidas.

@malalua