El Ejecutivo prepara, en nombre de la regeneración democrática, una nueva ley por la que gobiernen los ayuntamientos los partidos más votados. Eso, dicho en plan resumen; quieren que los ciudadanos decidan quién va a ser su alcalde y que esa decisión no se pueda cambiar mediante pactos post electorales. Y es lógica esta preocupación del PP por dos razones: la primera porque tal y como han ido las cosas hasta ahora, o ganaban por mayorÃa absoluta o la coalición PSOE-IU les dejaba fuera del poder. La segunda razón es la que se avecina: si al PSOE más IU se añade Podemos -según las encuestas- el PP perderÃa una cantidad importante de municipios aún teniendo mayorÃa en todos ellos. Y esto, si bien no parece demasiado justo, no se puede decir que no sea democrático en un paÃs como el nuestro que nunca ha sabido nada de segundas vueltas aunque el PSOE contemplara esta posibilidad sin llevarla a cabo.
Las razones para amparar este posible cambio en el generoso paraguas de la regeneración democrática, es obvia: gobierna el partido que más votos tenga para asà cumplir la voluntad mayoritaria expresada en las urnas. Pero la razón en contra también serÃa obvia: gobiernan en coalición y puestos de acuerdo los partidos que -juntos- sumen más votos que el partido más votado. Pero aunque las intenciones sean válidas, la realidad se va a imponer sobre esa posible ley de elección directa del alcalde. Y la realidad es que los partidos en la oposición harÃan imposible el gobierno de la mayorÃa minoritaria. La única solución a este desbarajuste es la que proponÃa y nunca cumplió el propio PSOE: la segunda vuelta que reducirÃa la amalgama de siglas. ¿Lo aceptará el Gobierno del PP? ¿Lo seguirá defendiendo esta nueva oposición del PSOE? He ahà la cuestión.
Lo que no parece tener ningún sentido -y asà lo demuestra la experiencia- es hacer lo que sea con quien sea con tal de que no gobierne el más votado. Aquà se han dado pactos entre tres partidos (el tripartito catalán) y hasta de cinco formaciones como ocurrió en un esperpéntico gobierno de Baleares. El problema del PP es que no tiene quien le quiera porque a Rajoy le pasa con Rosa DÃez lo mismo que le pasaba a Felipe González con Anguita: le saca de sus casillas. Pero el PSOE debe también pensar con quién se junta lo mismo que los que quieran apuntarse al carro del PSOE tendrán que pensar el precio que pueden pagar. En AndalucÃa con el tema de los EREs y los Gordillos asaltando -ejemplarmente, eso sÃ- supermercados, la cosa se ha puesto chunga. Y si entra en juego Podemos, ni te cuento. Lo mejor para todos serÃa la segunda vuelta, pero dudo mucho que este PSOE siga defendiendo esa posibilidad. Entre las primarias de ahora sà y ahora no y las votaciones en malas compañÃas en el Parlamento Europeo, yo, de entrada, no me fiarÃa mucho.