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Ahora, el gas – Por Leopoldo Fernández

   

En Canarias da a veces la sensación de que resulta imposible avanzar en la dirección más conveniente para los intereses generales. Es el caso del petróleo, donde la postura irracional del Gobierno y sus adláteres atenta gravemente contra el legítimo provecho que ese hidrocarburo puede aportar a las Islas y a España. Ahora ha surgido otra polémica absurda a cuenta del gas natural, por el despiste y el secular desconocimiento de Fernando Ríos, asesor áulico del presidente Rivero, quien cada vez que habla suele crear un problema y quedar en evidencia. El dislate surgió cuando, con buen criterio, la consejera de Industria, Paquita Luengo, destacó las bondades del gas natural y apostó por su implantación en las Islas según las Directrices de Ordenación del Sistema Energético. Y con arreglo a lo previsto en el Plan Energético de Canarias (PCAN), añado yo, ya que ese carburante es el combustible fósil más próximo al hidrógeno, el más limpio y respetuoso con el medio ambiente, el más eficiente para la generación eléctrica, el que resulta más útil y barato para su utilización en las centrales de ciclo combinado, el de suministro más fiable y seguro, el que más reduce los gases de efecto invernadero y que por tanto mejor puede contribuir al cumplimiento del Protocolo de Kyoto. Además, el gas, que cuenta con el apoyo pleno de la UE vía Directivas, ayudas y planes especiales, se utiliza cada vez más en procesos industriales, agrícolas, alimentarios, hoteleros, frigoríficos, domésticos y otros. Está previsto que en Granadilla y Arinaga se construyan sendas plantas terrestres de regasificación, de las que partirán otros tantos gasoductos hacia los respectivos sures, así como hacia Las Palmas- Telde, Santa Cruz-La Laguna y las zonas industriales de las dos islas mayores. Fernando Ríos es partidario de frenar el gas -que cuenta con el apoyo del Parlamento, el Gobierno, el empresariado y la industria en general- porque a su juicio entorpecería el desarrollo de las energías renovables. ¿Qué tendrá que ver una cosa con la otra cuando ambas son armonizables y el gas resulta imprescindible para el desarrollo de Canarias y la generación de electricidad a menor costo y baja contaminación? Si los sucesivos gobiernos autonómicos hubieran cumplido el PCAN en vez de comportarse tan irresponsablemente, hoy tendríamos un panorama energético diáfano y seguro, en vez de seguir en el filo de la navaja. Y, por ejemplo, en 2015 sólo dependeríamos del petróleo en un 72% en vez del 92-93%; las energías renovables supondrían el 30% de la generación eléctrica en lugar del 5%; el gas natural aportaría el 20% de la energía primaria, etc., etc. El problema viene de los incumplimientos, no de la elección de los carburantes.