En un lugar del sur de la isla de Tenerife, de cuyo nombre si quiero acordarme”, (Vilaflor-Llanos de Trevejos); existe una finca de naranjos que en las mañanas de los cálidos veranos de la isla sureña, sonríen y se sienten felices cuando ven llegar a su dueño en las primeras luces del alba. Naranjas que desprenden olor a tierra fertilizada, tras ser absorbidas por elementos de nitrógeno, fósforo y potasio. Naranjas mojadas bajo el control de aguas frescas y limpias, canalizadas y mimadas por las caricias de su dueño, conocido como Idelfonso Herrera (El Francés). Naranjas que hablan y desprenden lágrimas cuando son vendidas a los mercaderes colindantes. Naranjas que sienten como la voz de su amo les motivan para dar lo mejor de ellas a través de sus jugos y sabores. Que diría actualmente un Don Quijote vanguardista a su escudero, Sancho, viendo éste la hermosa finca de El Francés. “¡Sancho!” “¡Cuidado por donde pisas¡” “¡No ves que son las trenzas doradas de mi dulcinea!” “Pero señor, son solamente naranjas y no cabellos de mujer” “¡Embustero y envidioso, Sancho!” “¡Mira a tu alrededor y verás que todas esas cosas redondas de color amarillo-oro son largas trenzas de mi bella dulcinea, Alicia. ?¡No intentes tocarla, ni tan siquiera, mirarlas con osadía y dobles pensamientos!”. Roldán y Din, nombres de dos perros fieles guardianes de tan bellos naranjos y viñedos, enloquecen de alegría cuando ven la figura de Alicia, la cuál acude al encuentro de ese espacio y entorno que ofrece ese bello rincón privado lleno de vida, libertad, engalanado por el atractivo seductor de los colores de las hojas y frutos de los árboles frutales que paren desde las entrañas de la tierra, y, bañadas por aguas cristalinas de la finca de Idelfonso Herrera. Mientras tanto, y desde lo alto de la Atalaya, donde residía el marqués asesinado, Alonso Chirino, marqués de la Fuente de Las Palmas: “dicen que han matado al marqués”… “¡Eso dicen!”.
Al igual que el sol cuando comienza otro día de trabajo, hallábase impertérrita doña Soledad de Abona contemplando un nuevo día, un nuevo amanecer desde lo alto de la citada colina; suministrándose de oxígeno y de vida. “Qué hermosas tierras”; aglutinadas por una flora de cardones, tabaibas, higueras, mandarinos, naranjos, margaritas silvestres, cardos, tomillos, pinos canarios, escobones, juagarzos, magarzas, tuneras, tabaibas, piteras, zarzales, bejeques y verodes. Que bonitas naranjas y viñedos tiene mi amigo y vecino, Idelfonso Herrera El Francés; el arquitecto de los sueños.