Un reclamo más en un paraíso verde
Sobre estas líneas, el aspecto actual del nuevo centro de visitantes, cuya terraza dará al lago artificial que ya está en pruebas. Un circuito de agua que culminará en una cascada dotará al jardín de una singular fisonomía, que lo hará más atractivo para los visitantes. Debajo, algunos de los senderos que se pueden recorrer en las dos hectáreas que tiene la parte histórica. / J. L. CÁMARA
JOSÉ LUIS CÁMARA | Puerto de la Cruz
Creado por la Real Orden de Carlos III de 17 de agosto de 1788, como consecuencia de la necesidad de aclimatar especies procedentes de los trópicos en un lugar del territorio español con la climatología apropiada, el Jardín de Aclimatación de La Orotava, más conocido como Jardín Botánico, es hoy día uno de los principales atractivos y reclamos turísticos de Puerto de la Cruz. No en vano, por él pasan cada año cerca de 200.000 turistas, que llegan atraídos por el exotismo y la variedad de todas aquellas plantas que hace más de dos siglos empezó a recolectar y preservar Alonso de Nava y Grimón, marqués de Villanueva del Prado.
De aquel primer catálogo linneano de especies cultivadas en el jardín, elaborado por el naturalista francés Ledrú, se ha pasado ahora a una moderna y cuidada instalación, que ha sufrido varias y significativas ampliaciones. La última de ellas, que ocupa más de 14.000 metros cuadrados, verá la luz en octubre, y acogerá un centro de visitantes y un lago artificial.
El nuevo edificio, que ya está construido, albergará un restaurante con terraza, una sala de proyecciones, una de exposiciones, un aula de educación ambiental y una tienda de souvenirs. “En estos momentos se está estudiando el modelo de gestión del recinto, viendo qué posibilidades hay para decidir el tipo de licitación en las próximas semanas. La idea es sacar a concurso una parte, pero no está decidido. Creo que hay que darle cierta prioridad al restaurante y la tienda de souvenirs, porque es lo que más demandan los visitantes del jardín”, explica al DIARIO el director del Jardín de Aclimatación, Alfredo Reyes Betancort.
Esta tercera fase del proyecto de ampliación, no obstante, no será la última, ya que también está proyectada otra -que todavía está pendiente de financiación-, que incluiría el ajardinamiento del propio centro de visitantes, un invernadero de plantas neotropicales y la recreación de una selva amazónica a escala, que en total ocupará unos 26.000 metros cuadrados más.
“Ahora tenemos abiertas al público dos hectáreas en la parte histórica, por lo que estamos hablando del doble con las dos fases que restan”, recalca Alfredo Reyes, quien asegura que “se trata de un salto cualitativo muy importante para el centro, para abrir el jardín más si cabe al público, y también para el Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA) -responsable de la gestión de la instalación-, para que la gente sepa lo que se está haciendo en materia de investigación y conservación botánica”.
El director del complejo portuense, por ende, recuerda que el jardín es un importante “punto de atracción turística” de las Islas, y reconoce que “ahora quizá nos estamos quedando cortos en lo que ofrecemos”. “Creo que estamos ante una oportunidad única para dar mucho más a los visitantes, para conseguir atraerlos y fidelizarlos”, recalca el biólogo tinerfeño.
Y es que, a pesar de la crisis y de la caída del turismo, el Jardín de Aclimatación de La Orotava se ha mantenido como una de las atracciones más visitadas del Archipiélago, con una media de casi 200.000 visitantes al año. “Hubo un pequeño bajón en los últimos dos años, pero estamos volviendo a esta cifra. El nuevo edificio será un reclamo no sólo para los nuevos visitantes, también para que los que ya han estado aquí antes, para que puedan regresar y se les ofrezca algo nuevo”, arguye Alfredo Reyes.
Adscrito al ICIA
A partir de 1832, año en el que muere Alonso de Nava, su fundador y primer director, el jardín empezó a depender de varios organismos, hasta que en 1983 se transfirió a la Comunidad Autónoma de Canarias, donde figura como sección adscrita al ICIA de la Consejería regional de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación.
Posee importantes colecciones de plantas tropicales y subtropicales de valor económico y ornamental, teniendo especial mérito las variedades de palmeras, bromeliáceas, aráceas y moráceas. Existen árboles de notable belleza e interés por sus dimensiones, antigüedad, rareza o procedencia de lugares remotos. El centro, como institución científica, realiza además intercambios de germoplasma a nivel internacional, mantiene un herbario dedicado especialmente a la flora canaria, con más de 37.000 pliegos, y desarrolla varios programas de investigación sobre flora y vegetación del Archipiélago y sobre conservación de endemismos. “La última fase prevé nuevas colecciones de plantas en el invernadero, fundamentalmente flora neotropical, y se pretende crear una especie de selva amazónica. Para ello, ya se está diseñando el tipo de riego que llevará y que culminará en el lago y la cascada que está prevista poner en marcha en la tercera fase, que culminará en octubre”, concluye Alfredo Reyes Betancort.
La batalla contra los temporales
Uno de los principales caballos de batalla con los que tiene que lidiar cada año el Jardín de Aclimatación de La Orotava es la meteorología. Los temporales de lluvia y viento que periódicamente azotan al Archipiélago han causado importantes daños en la instalación en los últimos años. Pese a todo, su director, Alfredo Reyes Betancort, asegura que el jardín “es muy agradecido”. “Este año no hemos sufrido tanto como en los dos anteriores, cuando hubo muchas tormentas en los meses de invierno y al principio de la primavera. Aun así, tuvimos que cerrar un par de días en febrero para eliminar ramas rotas, limpiar los senderos por donde pasan los visitantes, etc; pero, en general, los problemas no han sido especialmente graves”, recalca. No obstante, el biólogo tinerfeño deja claro que “siempre hay especies que son más frágiles que otras”. Sin ir más lejos, recientemente los operarios del jardín tuvieron que talar definitivamente una de las dos grevillas robusta, el llamado roble australiano o pino de oro, que había sido de las más afectados en los últimos fenómenos meteorológicos adversos sufridos por la Isla. “Por motivos de seguridad decidimos talarlo, porque nuestro principal objetivo es que la gente disfrute de la visita sin peligro”, denota el biólogo isleño.