JOSÉ LUIS CÁMARA | Santa Cruz de Tenerife
Con más de cuatro décadas de experiencia profesional, el doctor Francisco Bosa Ojeda es uno de los cardiólogos más destacados de nuestro país, especialmente en lo que a Hemodinámica y Cardiología Intervencionista se refiere. Desde enero de 2003 es el responsable de estas secciones en el Servicio de Cardiología del Hospital Universitario de Canarias (HUC). Además, el pasado mes de abril empezó a colaborar con el Grupo Quirón en Tenerife, que puso en marcha un avanzado Servicio de Hemodinámica y Cardiología Intervencionista, que demuestra las actuales vías de interrelación entre la sanidad pública y la privada en las Islas.
- La hemodinámica ha avanzado mucho los últimos años, hasta el punto de situarse como una subespecialidad clave en la cardiología. ¿En qué medida están ayudando los estudios hemodinámicos al diagnóstico y tratamiento de las patologías cardiovasculares?
“Los estudios hemodinámicos han contribuido de manera muy importante al diagnóstico y tratamiento de las enfermedades cardiovasculares. En cuanto al diagnóstico, la enfermedad cardiovascular más prevalente es la cardiopatía coronaria y para su diagnóstico se precisa de una coronariografía, un estudio hemodinámico en la casi totalidad de los casos. No solo nos permite su diagnóstico, también su cuantificación, y de ello depende en gran medida su tratamiento. Si se trata de un enfermo con una sola arteria coronaria obstruida, o con dos, es fácilmente solucionable con la realización de una angioplastia coronaria y la implantación de uno o varios stent. En otras cardiopatías, como las enfermedades congénitas o las afecciones valvulares casi siempre a lo largo de su evolución van a requerir de un estudio hemodinámico diagnóstico o terapéutico. En cuanto al tratamiento, los avances en los estudios hemodinámicos han sido espectaculares en los últimos 15 años. Se pueden tratar con éxito defectos congénitos que antes no tenían más solución que la quirúrgica. Además, muchas cardiopatías congénitas tratadas quirúrgicamente en la lactancia o en la edad infantil llegan a la edad adulta y precisan de pequeñas intervenciones paliativas, que hoy en día son realizadas en los laboratorios de hemodinámica con procedimientos intervencionistas, como la colocación de stent en la aorta o en la arteria pulmonar”.
- Algunos indicadores sitúan a Canarias entre las regiones con mayor prevalencia de algunas de estas patologías. ¿A qué se debe?
“Pues, probablemente, a que controlamos peor los factores de riesgo cardiovascular de nuestra población. Es verdad que en Canarias la prevalencia de la diabetes mellitus es mayor que en la Península, pero en el resto de factores de riesgo, como el tabaquismo, la hipertensión arterial y las dislipemias, estamos en niveles similares. Lo que sí es verdad es que el control de las dislipemias, de la hipertensión y de la diabetes no se hace de una manera óptima. La realidad es que los médicos de Atención Primaria intentan controlar a estos pacientes pero es difícil y muchos se cansan, dejan de acudir a los controles e incluso abandonan el tratamiento por temporadas. Hace años realicé un estudio epidemiológico en una isla de nuestro archipiélago y allí encontré, por ejemplo, que el 20% de la población diabética desconocía su enfermedad, no sabían que eran diabéticos y un alto porcentaje que sí la conocía no llevaban tratamiento. Algo parecido ocurría para la hipertensión arterial y peor aún para las dislipemias. Por esas circunstancias es por lo que creo que tenemos tanta enfermedad cardiovascular en Canarias, y por supuesto este es un campo donde hay mucho trabajo por realizar aún en nuestra comunidad”.
“Formamos médicos, con el coste que ello supone, y se ven obligados a emigrar luego”
- La cardiología intervencionista está muy ligada al avance tecnológico. ¿Qué deparará el futuro a corto y medio plazo en la especialidad?
“Ya he comentado algunos, como el tratamiento de las afecciones valvulares como la estenosis aórtica o la insuficiencia mitral o el cierre de la orejuela izquierda. Estos son los procedimientos intervencionistas de más reciente adquisición y que están demostrando, con sus resultados, que van a ocupar un espacio importante en la práctica cardiológica dado el envejecimiento de nuestra población. Cada vez atendemos a una población con más años, y por ello aumenta la prevalencia de ciertas enfermedades para las cuales no estábamos preparados. Ha habido importantes avances técnicos en el manejo de la enfermedad, que ocupa el 80% del tiempo en un laboratorio de hemodinámica, como es el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad arterial coronaria. Empezamos con la simple dilatación con balones, luego se introdujeron los stent metálicos, luego los stent medicados o farmacoactivos y, por último, los stent bioabsorbibles. El cardiólogo intervencionista se va enfrentando a los retos que la enfermedad le impone y va buscando soluciones a los inconvenientes que esas nuevas técnicas van presentando. Así, el balón de angioplastia era una buena alternativa para el tratamiento percutáneo de las obstrucciones coronarias y funcionó durante unos años. Pero pronto nos dimos cuenta de que se producían nuevas obstrucciones en los segmentos coronarios que habíamos dilatado unos meses antes. Por ello, se nos ocurrió usar unas estructuras metálicas, los stent, que hicieran un andamiaje de esas obstrucciones e impidiesen esas recidivas de las obstrucciones coronarias. Así, se logró un enorme avance al reducir esas reestenosis. O sea, que el avance tecnológico unido a los avances en los procedimientos intervencionistas para corregir o curar las diferentes cardiopatías, es imparable. Y ello hace que el futuro de la cardiología intervencionista sea muy estimulante y alentador para nosotros”.
- Después una dilatada trayectoria en el Hospital Universitario de Canarias, comenzó a colaborar también con el Grupo Hospitalario Quirón, cuya Unidad de Hemodinámica y Cardiología Intervencionista es ya una referencia en el Archipiélago. ¿Qué diferencias encuentra entre la sanidad pública y la privada actual?
“Para mí fue una agradable sorpresa que la directora gerente del Grupo Hospitalario Quirón en Tenerife, Marta Belén González, me ofreciera la posibilidad de realizar estudios hemodinámicos en su hospital, porque disponemos de una sala de hemodinámica de última generación con excelente dotación técnica, y del material necesario para la realización de dichos procedimientos; además, tenemos el personal de enfermería adecuado. La dotación de esta sala permite la realización de cualquier procedimiento diagnóstico y de angioplastias coronarias con excelentes garantías. Y a su pregunta de qué diferencias veo entre la sanidad pública y privada, tengo que decir que cada una de ellas, por sus características, tiene un espacio a ocupar en nuestra sociedad. Lo ideal sería que se complementasen y trabajaran más unidas. Por ejemplo, un hospital como el Universitario debería encargarse de las grandes intervenciones quirúrgicas, de los trasplantes, de la cirugía oncológica y de otros procedimientos que conllevan un altísimo coste y, generalmente, una estancia prolongada. En lo que a los enfermos cardiológicos se refiere, creo que las camas públicas deberían reservarse para pacientes agudos, que requieren un ingreso urgente, que no han sido aún diagnosticados y que se van a beneficiar más de todos los medios diagnósticos y terapéuticos de los que dispone un hospital de tercer nivel. El uso racional de las camas de que disponen los hospitales privados ayudaría a descongestionar los servicios de urgencias de los grandes hospitales y a dar a los pacientes un mejor trato sin tanta espera. A veces, en las consultas externas de un hospital de tercer nivel tenemos pacientes que pueden perfectamente ser controlados en sus centros de salud por sus médicos de Primaria y estamos usando recursos humanos, médicos y enfermeros, que no tenemos. En ello estamos gastando unos recursos que podrían ofrecer más beneficios a la población si se utilizaran de manera más racional. De la buena interrelación entre asistencia primaria y especializada se obtendrían mejores resultados para el paciente y se ahorrarían costes. En este aspecto la sanidad privada también tiene cosas”.
- ¿Qué le parece que España no pueda asumir a los médicos que concluyen la residencia y se aprovechen de ellos otros países?
“Es otra de las consecuencias de la crisis. Formamos médicos en nuestros hospitales, con el coste que ello supone, y luego esos médicos se ven obligados a emigrar a la Península o hacia otros países en busca de trabajo. Es la realidad y va en aumento. Espero que al salir de la crisis seamos capaces de revertir esta situación”.