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Nueva era local – Por Salvador García Llanos

   

El municipalismo ha tenido una legislatura agitada con los vaivenes de la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración local: a los varapalos del Consejo de Estado siguió el rulo parlamentario del partido gubernamental, que no se detuvo ni ante los disensos de sus propios representantes y que desembocó en el Tribunal Constitucional donde instituciones y grupos políticos depositaron el último recurso, pasando por la incertidumbre y el desconcierto a cuenta de la reasignación competencial que generó, a su vez, un vacío considerable causante de no pocas inhibiciones y de la mismísima confusión funcionarial.

Y el municipalismo de las islas, en concreto, ha tenido que afrontar también el proceso de elaboración de una nueva Ley de Municipios promovido por la Consejería de Presidencia, Justicia e Igualdad del Gobierno canario que viene a actualizar la normativa estatal y autonómica con la que ha venido funcionando desde la década de los noventa. Si se tiene en cuenta que el proceso se inició el pasado mes de marzo, con la entrega del primer borrador, y que los alcaldes y ediles se han marchado de vacaciones después de lograr, a través de la FECAM, un acuerdo de máximos con el ejecutivo sobre los contenidos de la Ley de Municipios de Canarias cuya tramitación parlamentaria se iniciará el próximo otoño, se diría que han aprovechado el tiempo, han sido consecuentes con las declaraciones de principios que hicieron en su día, acompasando la voluntad del Gobierno, y se han esmerado con tal de contar en el futuro con una norma autonómica que, por fin, va a regular el funcionamiento y el régimen competencial de los ayuntamientos y a garantizar el cumplimiento de la suficiencia financiera.

Hay que congratularse de la madurez acreditada por los munícipes para afrontar el proceso con una clara voluntad constructiva. Lo demostraron con la búsqueda de alternativas -auspiciada por la citada Consejería- a las dudas que surgieron con las prestaciones de los servicios sociales o la ejecución de las actividades extraescolares. Solo es posible posicionarse con solidez ante las incertidumbres dimanantes de las circunstancias y de los tiempos que corren con acuerdos y consensos amplios que sustancien respuestas pragmáticas y operativas que estén a la altura de las exigencias de la ciudadanía. Interpretaron bien que la obra de reorganización y modernización administrativa les afectaba de lleno y por tanto debían hacer valer su experiencia para completar la descentralización, por ejemplo, o para esclarecer la asignación competencial interadministrativa y así evitar duplicidades, uno los tópicos enquistados (incluso en los ámbitos menos políticos) y que ahora se podrá superar.

La aplicación y desarrollo de los fundamentos de transparencia y participación, de los que ya se poseen avances vertebradores fraguados también en la presente legislatura autonómica, son otros campos donde los munícipes podrán contrastar que el futuro de la gestión local entra en una dimensión distinta que requiere de visiones más amplias y de criterios más generosos, apoyada aquélla, por cierto, en el adecuado empleo de las redes sociales.
Nueva era, pues, para el municipalismo. Que sea provechosa.