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El puerto de Santa Cruz se mueve – EDITORIAL

   

El desarrollo económico de cualquier región depende, fundamentalmente, del comercio. Disponer de una salida al mar es un valor estratégico de incalculable valor desde hace siglos . Las ventajas son evidentes: se pueden transportar viajeros y mercancías favoreciendo, a la vez, al comercio y el turismo, el gran negocio del siglo XXI. En este contexto, la condición geográfica de Canarias cobra aún más relevancia. Su cercanía respecto a Europa y África Occidental, así como sus vínculos históricos con América, son los ingredientes perfectos para un despegue sin obstáculos para la actividad portuaria, aunque hay que recordar que el puerto de Santa Cruz de Tenerife ha sido siempre un punto de referencia y de tránsito para todo el comercio de Canarias desde el siglo XVIII.

En los últimos meses hemos asistido al vertiginoso incremento de actividad del Puerto de la capital tinerfeña. El recinto está viviendo movimientos casi impensables hace algunos años. El incremento en el transporte de mercancías, la llegada de las plataformas petrolíferas o el hecho de que el 98% del total del pescado fresco que llega a Canarias desembarca en el puerto de la Isla son, sin duda alguna, indicios de que algo, por fin, está cambiando.

Un puerto moderno y competitivo tiene que tener la capacidad de ofrecer al comercio internacional y a las navieras servicios rápidos y seguros. En este entramado, la capacidad logística es un eslabón imprescindible, puesto que la misma no comienza en el puerto, sino en el lugar en el que se produce la materia prima que hay que exportar. El puerto de Santa Cruz dispone de la capacidad y la logística adecuadas. Posee la posición y las instalaciones para atraer no sólo la mercancía que se queda en las Islas para el consumo interno, sino la situación geográfica para servir de trampolín hacia África y Europa.

Esto es posible gracias a la modernidad, la calidad y la seguridad de las instalaciones y los servicios que ofrece Tenerife muy por encima de nuestros máximos competidores, como los puertos africanos, mucho más pequeños y, sobre todo, inseguros. Servicios avanzados que proporcionan soporte a cualquier demanda de buques, navieras o empresas vinculadas al sector marítimo, y todo ello unido a una zona franca altamente profesionalizada e industrializada. Es por ello que el puerto de Santa Cruz comienza a escalar posiciones en el ámbito mundial como plataforma atlántica ideal para el trasbordo internacional de contenedores con origen o destino a Europa y América dada su cercanía a un mercado emergente como es la costa africana. La próxima celebración de un foro internacional en la Isla que traerá a expertos y empresarios de contenedores con el objetivo de dar valor añadido y operatividad a la Terminal de Contenedores de Tenerife es la prueba de esta escalada.
China, país altamente exportador, ya ha mostrado interés por el puerto capitalino al que hace meses le hizo un guiño para servir de base logística entre América y Africa. Pero es que además se abre una nueva oportunidad de negocio vinculada tanto a la reparación de buques como al avituallamiento de plataformas petrolíferas. Una actividad que hasta hace poco estaba únicamente alineada al puerto de La Luz, en Las Palmas de Gran Canaria, y que ahora también comienza a mirar hacia Santa Cruz de Tenerife. Esta actividad, por su vinculación directa con un tema tan sensible ahora para Canarias como es el petróleo, no ha estado exenta de polémica. Sin embargo, se obvia una cuestión esencial: los ingresos que genera.

La costa occidental africana tiene en estos momentos más de mil plataformas haciendo extracciones de petróleo. Cada cierto tiempo, de tres a cinco años, tienen que pasar un símil de ITV marítima para lo que necesitan ir a puerto. Los recintos africanos no solo no tienen los servicios e infraestructuras para ellos, sino que tampoco responden a los criterios de seguridad que una instalación de estas características requiere. Canarias y, sobre todo, Tenerife tiene que aprovechar esta ocasión que solo reporta beneficios a las empresas portuarias, entre ellas estibadores, prácticos, consignatarios o navieras.

Se abre, en definitiva, una oportunidad de negocio que lamentablemente también tiene su talón de aquiles: la falta de empresariado portuario. Para que todo este engranaje logístico funcione se necesita valentía empresarial y todos aquellos que se marcharon cuando el puerto agonizaba deben volver a apostar por un recinto que se oxigena cada día más y que se reactiva, convirtiendo a Santa Cruz en una ciudad abierta al mar y competitiva económicamente. A todo esto también ayudará el futuro puerto de Granadilla donde se trasladará la práctica totalidad de la actividad marítimo-industrial y donde el gas jugará un papel esencial. Es a esto a lo que Canarias debe aspirar. El mar que rodea a las Islas no debe ser visto como una frontera, sino como el trampolín hacia una sociedad más moderna y competitiva.