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Berenguer Gombau – Por Luis Ortega

   

El 14 de septiembre se dedicó por las iglesias católica y ortodoxa a la Exaltación de la Cruz, según parece por dos motivos relacionados con la fecha: la consagración de la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén en el 335 y, en 628, por el rescate del santo madero, que estaba en poder de los persas, por el emperador Heraclio. Cuando se abren en nuestra Laguna las fiestas cristológicas del otoño, con procesiones de devotas imágenes y adoración de las reliquias de la Pasión, un hallazgo histórico y un lejano recuerdo me llevan a Anglesola, una villa de la comarca de Urgel, fundada en el siglo XI por Berenguer Gombau, a quien se atribuye la construcción de la primera iglesia, sobre cuyo solar se alzó la actual cuatro centurias más tarde. Allí se venera una joya singular: un famoso Lignum Crucis, engastado en una cruz de oro y plata, con fama de milagrosa y custodiada, junto al clero secular, por una cofradía medieval, formada por nueve hombres que, con carácter vitalicio, representan los intereses materiales y espirituales de su pueblo; durante el régimen señorial, estos varones negociaban con los feudales los impuestos a pagar durante el año, según fueran las rentas y cosechas, mediaban en los conflictos sobre linderos y los pleitos menores entre vasallos. En la actualidad, los cargos de la Prohomía son meramente honorarios pero mantienen, como representación civil, el mando en las ceremonias populares y litúrgicas y tienen autoridad sobre el cuidado y los cultos de la Cruz de Anglesola, tanto el 3 de mayo, cuando se reparten panes benditos, como en las que hoy se organizan. Para esta edición se despertaron grandes expectativas porque, mientras la restauraban, los técnicos del Centro de Valldoreix, dependiente de la Generalitat de Cataluña, descubrieron mediante rayos X que, embutida dentro de la joya románica, otra cruz, hueca en su interior y forrada con el mismo cuidado artístico, contenía innumerables reliquias vinculadas, con toda probabilidad, con la Vida y Pasión de Jesús de Nazaret que, si se consiguen las autorizaciones pertinentes, serán objeto de un posterior y pormenorizado estudio. Traída de Jerusalén por Martí de Montsant en el siglo XIII, cuenta con una capilla propia – aunque durante el año se custodia en la caja fuerte del ayuntamiento – y, hasta las vísperas de la celebración que hoy evocamos, protagonizó una exposición donde se documentó el proceso de limpieza y afianzamiento de las placas de metales preciosos y adornos y se mostró la sorpresa que ha incrementado su interés histórico y artístico.