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Christian Felber: “Cuando las empresas crecen mucho peligra la igualdad”

   
Christian Felber

Christian Felber, profesor universitario y ‘padre’ del modelo de la economía del bien común. / SERGIO MÉNDEZ

MARÍA FRESNO | Santa Cruz de Tenerife

¿Es posible un modelo económico alternativo al capitalismo donde los beneficios económicos no sean el fin sino el medio para llegar a ese fin? Christian Felber cree que sí. Su teoría sobre la economía del bien común, basada no en valores monetarios, sino éticos y morales como la dignidad humana, solidaridad, sostenibilidad ecológica, justicia social y democracia, ha despertado un gran interés en todo el mundo. Más de 1.600 empresas de 20 países, incluida España y Canarias, aplican este modelo promovido por este profesor universitario de economía austriaco que está convencido de que el cambio es posible. Felber visitó la pasada semana Tenerife para dar una charla sobre este nuevo modelo y asistir a la creación de la asociación canaria para el fomento de la economía del bien común. Actualmente la tercera que hay constituida en España.

-¿Qué es exactamente la economía del bien común?

“Es un modelo económico alternativo a los conocidos: capitalismo o comunismo, basado en valores que ya están en las constituciones de todos los países y compartimos en nuestros corazones, pero que no los encontramos en el orden económico legal, como por ejemplo: solidaridad, democracia, respeto, justicia y honradez. En cambio, el egoísmo, la avaricia o la irresponsabilidad son valores que nadie quiere, pero que, en el modelo económico actual, producen éxito, y esto tiene que ver con que en la economía se está midiendo el éxito no según el objetivo: el bien común, sino en función del capital. El dinero, el balance económico de una empresa o el Producto Interior Bruto (PIB) son indicadores monetarios poco fiables que no nos dicen nada acerca de si la empresa cumple o no con su objetivo final”.

-La teoría de este modelo que indudablemente lleva a una sociedad más justa e igualitaria está muy bien, pero perdone mi escepticismo sobre su éxito en la civilización actual.

“Entiendo sus dudas. Se trata de un cambio de modelo muy ambicioso. Y no es nada fácil. Mire los mayores cambios en las civilizaciones siempre han empezado desde los márgenes y por eso estoy seguro de que este modelo funcionará, porque se basa en valores que ya conocemos y que ya están y que solo hay que trasladarlos al orden económico”.

-Y ¿cómo conseguirá eliminar el beneficio económico de las prioridades empresariales?

“No se trata de eliminar, sino de incentivar y dar prioridad a otros valores que no son el dinero. Es un cambio de prioridades nada más. El incremento de capital deja de ser el fin supremo para ser un medio. Y me dirá ¿cómo se consigue esto?”.

-Exacto.

“Pues incentivando estos valores en los actos más pequeños de la economía a través de nuevos indicadores de éxito. Y le explico, hasta ahora los inversores solo tienen a mano la información financiera, con lo cual el objetivo supremo será el dinero. Pero si ahora ponemos a su alcance otro indicador, basado en el bien común y en el cumplimiento de otros valores, el inversor tendrá más opciones. Mire, si se recompensan los comportamientos más éticos y la inversión solidaria, justa y sostenible frente a la más injusta, insostenible e irresponsable, entonces el éxito estará en las empresas éticas, porque el objetivo final es que los productos éticos se hagan más económicos”.

- ¿Y cuál es esa recompensa?

“Sencillo. Las empresas más éticas pagarán menos impuestos, es decir, beneficios crediticios y rebajas impositivas. Esa es la esencia. Hoy en día, las empresas no éticas ofrecen precios más bajos porque no tienen la obligación de cumplir con ningún valor (justicia, sostenibilidad, responsabilidad, honradez), y por consiguiente el 95% de los consumidores compran esos productos no éticos. Lo que hay que hacer es desbeneficiar a estas empresas y beneficiar a las que cumplen con los valores éticos, para que el consumo sea ético”.

-Habla entonces de penalizar a aquellas empresas que no sean honradas, justas, responsables o sostenibles.

“Comparativamente, si. Le pongo un ejemplo: si alcanzas la totalidad de los puntos del bien común no pagas IVA y cuanto peor es el resultado del balance del bien común, el pago impositivo irá creciendo, pudiendo pasar del 20% al 40% o incluso al 100% del IVA”.

Christian Felber

“El egoísmo y la avaricia son valores que en el modelo actual producen éxito”. / S.M.

-¿Y qué pasa con los beneficios?

“El beneficio es esencial para la empresa lo que hay que controlar son los usos de esos beneficios. Hay que evitar usarlo para inversiones meramente financieras; el canibalismo, es decir comprar otras empresas; repartir el beneficio entre personas que no trabajan en la empresa, o entre los dueños, que, por cierto, en este modelo se les pondrá un tope, elegido democráticamente, para que no puedan cobrar, por ejemplo, más de 10 veces que sus empleados, o repartirlo entre los partidos políticos. El dinero de la empresa me dice si tengo recursos para invertir, no si cumplo con los objetivos”.

-Entonces, según este modelo, ¿los beneficios de una empresa se repartirían entre los empleados?

“Esto es posible. Los recursos se pueden reinvertir en la empresa, repartir entre los trabajadores, incluidos los propietarios, e incluso crear una reserva para años malos”.

-Pero ¿no cree que de esta forma se limitan las inversiones?

“Es que hay que poner límites porque cuando las empresas se hacen demasiado grandes ponen en peligro la igualdad y la participación de los demás en el modelo. Se trata de que todos tengan las mismas oportunidades. Mire, hay que apoyar a la empresa cuando nace, darle libertad para que crezca cumpliendo los valores del bien común, y cuando crezca demasiado, poner incentivos para no crecer”.

-¿Un incentivo? Será una penalización.

“No. Un incentivo”.

-¿Por ejemplo?

“Pues mire, un incentivo autoregulador sería, por ejemplo, una empresa que pase de los 5.000 empleados, tendría que empezar a repartir el patrimonio, en una cantidad cada vez mayor, entre sus empleados”.

-Pero usted me está hablando de acabar de un plumazo con el derecho a la propiedad y a la empresa, es decir, de un modelo antiliberal.

“Para nada. Este modelo no cuestiona estos derechos que usted dice, al contrario, le da a todas las empresas el mismo derecho. Tiene razón en que la ideología imperante tacha este modelo de antiliberal, pero es sumamente liberal. Teóricamente todos tenemos derechos, pero prácticamente no. En una economía verdaderamente liberal el primer millón de euros de una empresa debería ser el más fácil de ganar, el segundo más y el tercero más, pero usted sabe que es el más difícil. De hecho algunas empresas ni siquiera llegan. La economía del bien común es verdaderamente liberal y en este modelo, el más ético, es el saca más ventaja”.

-¿Y qué papel juegan en este modelo las administraciones públicas y los bancos?

“El bien común es la razón de ser de una empresa pública. Sin embargo, están convertidas en empresas capitalistas que buscan ganar dinero para llenar las arcas públicas desviando el objetivo, porque hay muy poca transparencia y mucha corrupción. Con la banca ocurre lo mismo. Debe servir al bien común. Las entidades bancarias no están para generar beneficios sino para el abastecimiento seguro de la economía con créditos, financiación y ahorros seguros”.

-¿Qué diferencia hay entre este modelo y la Responsabilidad Social Corporativa (RSC)?

“Las RSC podrían considerarse como la primera herramienta para el balance del bien común, pero ojo, tenemos que diferenciar la RSC que llevan años en las pymes y que no se publicitan y aquellas que utilizan las grandes empresas como lavado de imagen. Hay que hacerlas verdaderamente efectivas para que funcionen”.

-Mire, en eso estoy de acuerdo con usted.

“Es difícil no estarlo. Si se mide el éxito de una empresa o de una economía nacional según la evolución del dinero automáticamente se convierte en el fin, pero si se mide en función del balance del bien común no nos olvidamos de cual es el objetivo”.