JUANCA ROMERO HASMEN | Santa Cruz de Tenerife
Sin lugar a dudas, nuestro invitado es una de las caras más conocidas dentro del ámbito de las ciencias de frontera, y en concreto en todo lo que huela a conspiración. Regresamos a la particular hemeroteca de Ángulo 13 rescatar una entrevista con Santiago Camacho, autor de un puñado de buenos libros y pilar fundamental de la nave milenaria del misterio, nos hace un hueco en su oscuro despacho lleno de documentos y libros, para responder nuestras preguntas.
-Esto de la divulgación de misterios y anomalías es cíclico como todo en la vida. ¿Cree que se está en un punto álgido o comienzan a decaer, como ocurrió en la década de los 90?
“Estamos en un momento de auge, sin duda. Creo que por fin estamos recogiendo el fruto de muchos años de trabajo bien hecho por dignificar una temática que había sido muy maltratada por los medios de comunicación. Cada día estamos más cerca del objetivo de que estos temas no sean más extraños ni peor vistos que cualquier otra temática especializada”.
-Santi, usted es periodista, escritor; forma parte activa del equipo de Milenio 3, de Cuarto Milenio, colaboras con la prensa especializada, etcétera. ¿Dónde está la clave para no caer en la locura?
“Mucho orden, disciplina y, por supuesto, ser uno de los privilegiados que han convertido algo que les apasiona en su actividad profesional. También es importante guardar algo de tiempo para la gente que quieres y para tus hobbys (a mí, por ejemplo, me gusta tocar la guitarra eléctrica). Aún así la mayor parte de los días me voy a la cama con la sensación de que me han faltado horas”.
-Antes de Cuarto Milenio, ¿sus paseos por las calles eran como ahora?
“Un poco más anónimos… Sí, he notado que la gente me para de vez en cuando, siempre con mucho cariño y respeto, algo que valoro profundamente. Por fortuna, el peso del protagonismo lo llevan sobre todo Iker y Carmen, por lo que aún puedo salir relativamente tranquilo. Siempre me acuerdo de algo que escuché decir a Paz Padilla, que afirmaba, con su gracia habitual, que ella se había metido en la tele para ligar y dejar de estudiar y resultaba que estudiaba más que nunca y no se comía un rosco. A mí me pasa algo parecido”.
-Pregunta típica y evidentemente tópica. ¿Para la divulgación de estas cuestiones mejor la tele, la radio o las letras negras sobre fondo blanco?
“Para mi gusto, la radio. La palabra, la noche, la complicidad con el oyente te dan justo el ropaje que necesitan estos temas para brillar en todo su esplendor. La televisión te permite mostrar lo que antes solo describías, pero se pierde espontaneidad. Los libros te permiten precisar y extenderte, pero es más difícil emocionar con ellos”.
-¿Qué expediente es el que más le ha desconcertado?
“Cientos. Incontables. Quizá casos como Echelon, o MkUltra, que tras años de predicar en el desierto terminas viendo como por fin encuentran su espacio en la prensa seria son los que más satisfacciones han dado. A pesar de que no sea un tema de moda, yo sigo siendo fiel a mi pensamiento de que todo lo que rodea al fenómeno ovni es sin duda el mayor misterio de nuestro tiempo”.
-¿Se ha sentido en alguna ocasión amenazado a raíz de hacer pública una cuestión incómoda?
“Me han amenazado, pero no me he sentido amenazado. Sí que ha habido temas que he tenido que justificar documentalmente ante mis editores hasta la última coma por temor a una posible demanda. No obstante, he escrito sobre colectivos complicados (nazis, satanistas, etc) y he aprendido que mientras cuentas la verdad, sin añadir ni omitir nada, la gente, incluso la que nos pueda parecer más extraña, asume sus actos y su historia y no tiene por qué sentirse molesta por lo que escribes”.
-Si se hicieran públicos los secretos de gobiernos como Estados Unidos…, ¿cambiaría la concepción del mundo actual?
“Sin duda. Todos los gobiernos tienen secretos. Desde grandes secretos diplomáticos y militares a pequeñas miserias de alcoba. Siempre he considerado que la cara b de la realidad era mucho más interesante que lo aparente. En el fondo, todos vivimos en Matrix, y ni siquiera los guardianes de esos secretos tienen en sus manos todos los mimbres para decir que conocen la auténtica realidad”.
¿Y si los que se hicieran públicos fuesen los del Vaticano?
“Pues lo mismo, o peor. El Estado Vaticano tiene el mismo índice de secretos que cualquier otro estado soberano del planeta. En cuanto a la Santa Sede, estoy convencido de que saben mucho más de los orígenes del cristianismo y de las manipulaciones posteriores que ha recibido el mensaje de Jesús de Nazaret de lo que nunca admitirán”.
-Santi, le propongo una serie de palabras y usted, de la forma más escueta posible, escribe lo que le sugieren. ¿Vamos allá?
Juan Pablo I:
“Un sueño de honradez y transparencia que duró 33 días antes de que la inercia y los intereses creados lo borrasen de un plumazo”.
11-S:
“El día que empezó el siglo XXI y probablemente haya que esperar al XXII para saber lo que ocurrió con todo detalle”.
Chemtrails:
“El último misterio. Más allá de la leyenda urbana, una realidad inquietante de la que solo unos pocos se atreven a hablar”.
Área 51:
“La caja de las sorpresas. El lugar donde seguramente duerme el futuro de la humanidad esperando a que tengamos unos dirigentes dignos de su liderazgo. Energía libre o muy barata, contacto con otras civilizaciones, la tecnología de dentro de un par de décadas”.
HAARP:
“Nunca un misterio ha estado tan a la vista de todo el mundo y ha sido tan desconocido a la vez. Ya hemos fastidiado bastante nuestra atmósfera por accidente como para empezar a hacerlo a propósito”.
CNI:
“Un paso adelante. España se merecía un servicio de inteligencia civil y está en vías de conseguirlo”.
-¿Tres iconos de la conspiración mundial?
“Aparte de los que hemos citado, el asesinato de Kennedy, nunca se llevó a cabo un manejo de este tipo tan a la vista de todos y aún así quedó impune, la influencia de los Illuminati en la historia occidental de los últimos siglos, mucho mayor de lo que se nos ha contado, y la NASA, otra casa donde se sabe mucho más de lo que se cuenta”.
-Entremos en su faceta de escritor. Es evidente que detrás de cada uno de sus libros no hay musas de la inspiración y si muchas horas de trabajo e investigación. ¿Es un escritor de horario fijo o escribe cuando puede?
“Fui un escritor de horario fijo y desde que vendí mi alma a Cuarto Milenio me he tenido que convertir en un escritor de aquí te pillo, aquí te mato. Algún día, cuando acabe Cuarto Milenio, me gustaría probar con la novela y entonces, supongo, me convertiré en un escritor directamente enloquecido, porque ese es un campo que para el novato es muy, pero que muy complicado”.
-¿De todos sus libros, cuál es el que más ingratitudes le ha dado?
“Pactos satánicos. Es un libro que me encanta, pero no hay buen rollo con el editor, así que me siento como esos padres divorciados a los que les llevan al hijo a vivir a otro país. Uno de mis proyectos es escribir un gran libro sobre satanismo en el que poder volcar mis archivos de los últimos veinte años y poder sacarme esa espina de una buena vez”.
-¿Y la joya de la corona, el más querido?
“Sin duda, 20 grandes conspiraciones de la historia. Es un libro que me ha permitido llegar a cientos de miles de lectores en diversos países y lenguas. De todos esos lectores, estoy convencido de que al menos un puñado habrá comenzado a ver el mundo de otra forma tras la lectura y con eso yo ya puedo decir: misión cumplida”.
-¿Le molesta que te cataloguen como escritor conspiranoico?
“Para nada. La palabra conspiranoico la acuño un muy buen amigo mío, Enrique de Vicente y, aunque ahora tiene un cierto tinte despectivo, es un término que siempre he mirado con cariño. A fin de cuentas, la paranoia no es más que el estado más elevado posible de alerta, algo que, en su justa medida, no siempre viene mal”.
-Gracias Santiago por prestarnos parte de su tiempo
“Mil gracias a vosotros, de corazón. Todos los que formamos parte de la comunidad del misterio, formamos parte de una gran familia que ve el mundo con unos ojos parecidos, buscando la magia en un mundo que ha dado la espalda a todo lo que no sea el más crudo pragmatismo”.