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Cuenta inactiva – Ylka Tapia

   

Cuando hice clic en inicio se desplegó ante mis ojos uno de los estados de Facebook más tristes que he leído desde que pertenezco a esta comunidad. Una de mis viejas amigas en la Red había fallecido y sus familiares reactivaron su perfil para comunicarlo a los que tuvimos la suerte de participar de su enriquecedora presencia digital.

Tras la conmoción inicial, navegué por sus otros perfiles para verificar el mensaje. La punzada de dolor fue tal, que, por un momento, desprecié las redes sociales; desprecié el tener que despedirme de ella así, en un hilo, con un comentario. Pero, claro, “solo” habíamos sido amigas virtuales, con la salvedad de que habíamos compartido confidencias y que convivíamos en la Web desde hacía una década, desde que nos conocimos a través de nuestros blogs. Sí, diez años de interacción con cierta regularidad en cada estado, fotografía e incluso mensaje privado, ¿cómo no me iba a afectar su pérdida, aunque no nos pudiéramos ver en persona?

De hecho, me pregunté qué ocurre en estos casos con la privacidad: ¿acaso se esfuma y sus allegados pueden acceder a todos sus datos? Facebook, en este sentido, contempla dos supuestos: eliminar el registro o la conversión en un perfil conmemorativo. Para ambas opciones, se requiere de documentación y si se opta por el conmemorativo, este último no deja actualizar, ni enviar o recibir mensajes, no aparecerá en sugerencias y solo será visible para aquellos con los que hubiera compartido contenido. De forma similar se realiza la desactivación en otras plataformas, tales como Twitter (se produce de forma automática a los 6 meses de inactividad) o Instagram, pero cabe señalar que no se toma el control de la cuenta, solo se solicita su inhabilitación. Es más, se incumplirían las condiciones de uso si se accede mediante contraseña, al considerarse una “usurpación de identidad”.

Y en este punto se nos presenta una disyuntiva: ¿mantener o diluir una vida virtual? Y no, no es macabro plantear qué queremos que ocurra con nuestros perfiles. Google, por citar otro ejemplo, ofrece el gestor de cuentas inactivas para determinar cuánto tiempo máximo estaría nuestra página sin accesos, avisando a quien hayamos establecido como contacto de su borrado. Por último, permítanme que finalice esta gris pero necesaria reflexión, despidiéndome de quien, una vez, me regaló su confianza: M., te echaremos de menos.

@malalua