El almanaque encierra fechas que, con el paso de los años y la suma de acontecimientos de envergadura, adquieren la consideración de simbólicas con una huella indeleble. La data que encabezó ayer las páginas de este periódico evocaba diferentes sentimientos dependiendo de las circunstancias de cada persona. Los atentados perpetrados en Nueva York en 2001 asentaron en la memoria colectiva la cifra y la letra 11S. Diecisiete años antes, el undécimo dÃa del noveno mes del año quedó esculpido en el corazón de los canarios por la pérdida de la vida de 20 personas en el incendio de La Gomera.
Ayer se cumplió el trigésimo aniversario de tal fatÃdica jornada. Once años con anterioridad a esta última, en 1973, se produjo el golpe militar en Chile con el ascenso al poder del dictador Pinochet. Todos estos hechos se grabaron a sangre y fuego en los escritos de la Historia. Asimismo, allá por los años de la transición se comenzó a celebrar este mismo 11 de septiembre, siguiendo un contexto histórico, el DÃa de Cataluña. Desde hace varios años se ha convertido en los sectores nacionalistas en una fecha de reivindicación soberanista. La cuerda se encuentra tan tensada que, cuando se rompa, aquella parte que no se halle bien anclada quedará descalabrada. Cuatro acontecimientos cuyo recuerdo  colman, por su propio peso, cualquier bloque informativo.
Sin embargo, la actualidad conjugada con la inmediatez de su conocimiento hacer descender a un segundo escalón aquellos 11 de septiembre. Si ha habido y sigue habiendo algo inmediato a lo largo de los tiempos, algo fulminante, esa caracterÃstica la cumple el infarto. Ese del que no hay vuelta atrás. Ese mismo que derribó ayer al caballo ganador. Ese mismo que quiebra las vidas anónimas de los otros. Ese que quebró ayer la vida de BotÃn. Ese banquero cuyo nombre salió ayer 11 de septiembre con alardes tipográficos en las páginas de los periódicos de media Europa.
Este undécimo dÃa del noveno mes también quedará en las hemerotecas con otras decisiones fulminantes. Quizás aquellas que se dirimen en los espacios más cercanos de cada uno de los sectores de la población, tanto canaria como peninsular. Los ricos también mueren de infarto, aunque sea la vÃspera del 11 de septiembre.