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José Miguel asume el asesinato e insiste en que estaba deprimido

   
El arma homicida, ayer, en el juicio. / a. G.

El arma homicida, ayer, en el juicio. / a. G.

TINERFE FUMERO | Santa Cruz de Tenerife

La asunción de sus hechos como un delito de asesinato por parte de José Miguel, acusado de acabar con la vida de su expareja a puñaladas en una triste mañana de febrero del año pasado en Los Gladiolos, ha simplificado considerablemente el juicio con tribunal de jurado popular que arrancó en la mañana de ayer y que juzga la Sección Quinta de la Audiencia provincial de Santa Cruz de Tenerife. Tal confesión de parte resulta aún más importante habida cuenta que, salvo cuando se entregó en la cercana comisaría de la calle de Ramón Pérez de Ayala nada más cometer el crimen, el acusado no había vuelto a prestar declaración. Ello implica, además de una pena que, como mínimo, lo privará de libertad durante quince años, que reconoce que mató a Guacimara con alevosía (a traición), aunque José Miguel insistió -en línea con su defensa- que atravesaba un periodo depresivo que incluyó un par de intentos de suicidio. En caso de que se apreciara este trastorno, conjugaría el agravante de parentesco y la pena estaría entre 15 y 17 años, pero la sólida argumentación de las acusaciones y, sobre todo, la contundencia mostrada por los peritos, dejaron claro a la sala que no sufría perturbación psíquica alguna y que los intentos de quitarse la vida no eran más que llamadas de atención ante la inexorable distancia que lo iba separando de Guacimara, cada vez más asentada tanto en lo personal como en lo profesional.

En este sentido, impactó la revelación efectuada por el abogado que representa a la familia de la víctima, Jesús Arencibia, quien explicó que el interés del acusado por sus hijos era una estratagema para mantenerse cerca de Guacimara, ya que José Miguel tiene otro hijo, éste de 25 años ya, del que nada sabe y no se preocupa.

Tras esta relevante jornada inaugural, el juicio se centra en si hubo o no ensañamiento, lo que puede elevar la pena hasta los 25 años de cárcel en caso afirmativo. Tanto la Fiscalía como las dos acusaciones privadas solicitan dicha condena al entender que se justifican en esas trece cuchilladas que José Miguel asestó a Guacimara, a pesar de que la primera ya era mortal de necesidad y que la terrible escena era presenciada por los pequeños y la madre de ella.

La autopsia despejará las dudas que puedan tener al respecto los miembros del jurado.