¿Cómo debe ser?, decidir es complicado, no cabe duda, a veces la toma de decisiones, incluso aquellas que satisfacen nuestras preferencias personales no es una cuestión baladí. Kenneth Joseph Arrow, fue en 1972 el ganador del Premio Nobel de Economía, nos dejó la teoría del equilibrio económico general y la teoría del bienestar. Arrow decía que cada persona a la hora de elegir opciones prefiere unas a otras en función de sus preferencias personales y claro está cada uno tiene las suyas propias, lo complicado es hacer que éstas sean las más adecuadas para el conjunto de la sociedad lo que en principio se nos torna bastante difícil.
Seamos serios, pensemos por un momento esto: ¿en verdad son los regímenes electorales justos? seguramente no, principalmente porque son el resultado de ciertas reglas, por lo que lógicamente si yo cambio las reglas pueden cambiar los resultados. Muchos dirigentes llevan por bandera la voluntad popular y así debería ser y así deberían actuar, ellos han sido elegidos por los votantes y no votantes que de manera indirecta han hecho que estén ahí, pero, ¿en verdad es así, es esa su bandera?
En las elecciones lo ideal sería lograr un claro ganador que represente la voluntad de todos, pero esto es imposible. Nuestro premio nobel nos indica de qué manera se pueden extrapolar esas decisiones de cada uno de nosotros para que sean colectivas. Él determinó que no existe un sistema electoral que exprese el deseo legítimo de toda la población, esto ocurre de manera automática desde que tenemos más de dos candidatos y más de tres electores. No se puede satisfacer a la mayoría, la voluntad de los electores no garantiza el resultado final.
Imaginemos tres candidatos: Pedro, Juan y José, y veintiún votantes, si Pedro recibe 8 votos, Juan 7 y José 6; ¿sería justo que ganara Pedro por el hecho de que tiene más votos? a priori parece que sí porque ha ganado, pero, si no damos cuenta el trasfondo de esto es que Pedro tiene a trece personas que no lo quieren, es injusto que gane, ¿no les parece?
En 1287 Ramón Llull escribió una novela que tituló: Blanquerna, en ella nos enseña cómo se dirimían las elecciones de la abadesa con un sistema electoral más justo, para ello, y tomando nuestro ejemplo se toman a los tres candidatos y los vamos enfrentando uno contra uno, sumándoles un punto por cada elección ganada, el resultado evidentemente es mucho más justo, pero este método necesitaba una modernización que realizó medio siglo después el marqués de Condorcet y en ella ya permitía el empate por el orden de preferencia de los candidatos, porque lo ideal es que juguemos con un sistema de preferencias, no votar simplemente a una alternativa sino que cada uno de nosotros este obligado a elegir nuestra preferencias de mayor a menor.
En la película La red social al principio se muestra como se aplica del sistema de Condorcet, en ella el creador de Facebook lo utiliza para comparar pares de chicas con el fin de hacer un ranking de la más bonita a la más fea, véanla. No obstante, y sea como fuere, siempre hay que seguir votando; esto dirime diferencias.
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