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después del paréntesis >

Stevens/Yusuf, Yusuf/Stevens – Por Domingo-Luis Hernández

   

Cuando en el año 1970 apareció Tea for the Tillerman (Té para el leñador) se confirmó la originalidad y la maravilla que el autor de ese álbum había expuesto tres años antes en Matthew and Son (Mateo e hijo). Y lo que barruntaba ese excepcional LP se confirmó con otro prodigioso, un año después, Teaser and the Firecat (algo así como El rompecabezas y el gato de fuego). Lo que nacía es uno de los compositores de pop más fenomenales que se conocen. Se atiene ese principio a su formación clásica y al apego por el folklore (sobre todo por el transmitido por su padre). En el bautismo se reconoció como Steven Demetre Georgiou, de madre sueca y de padre greco-chipriota, que habían recalado en Londres y que habían montado un restaurante en los bajos de su casa.

No importó que sus progenitores se separaran, importó que siguieran viviendo juntos como familia, que todos se comprometieran con el negocio y que en su casa existiera un piano por el que el niño pronto se convirtió en un preclaro pianista, luego un guitarrista concluyente y después en un músico inaudito. Tocaba ser artista, pues. Y lo es, reconocido mundialmente después del éxito del disco dicho y de los subsiguientes, con canciones primorosas, un modo de interpretar cálido, sugerente, contundente y una capacidad para el directo como muy pocos han tenido en esta esfera de los hombres. De manera que para ser conocido, el nombre de pila no le sirvió y lo sustituyó por un singular Cat (“gato”) y Stevens (que sale del Steven original). Cuentan que fue una novia suya la que se lo sugirió, en tanto para ella el chico tenía “ojos de gato”.

De naturaleza enfermiza, el que había vendido millones de discos y ocupado los primeros puestos de las listas de éxito hubo de permanecer una temporada en el hospital a causa de la tuberculosis. Su mundo se desencajó. Sus composiciones se convirtieron en más introspectivas, se interesó por la religión y se convirtió en vegetariano. El empuje de la búsqueda y de la inquietud comenzaron a formar parte de su vida. ¿Hasta dónde lo llevaría? Hasta que un suceso lo acorrala ante sí y el mundo. (Unos cuentan que por causa de un accidente de tráfico, otros a causa de estar a punto de morir ahogado en el mar y salvarse “in extremis”.) Luego del temor por la muerte próxima, se encuentra con el Corán y Steven Demetre Georgiou, o Cat Stevens, se deslumbra por el islam y se convierte en Yusuf. Decide abandonar la música, contraria a su revelación, dirige todo su esfuerzo y su fortuna a iniciativas benéficas y sociales; el que había fundado su prodigio en el amor y la paz, en la relación padres e hijos, en la naturaleza, en la sencillez (al punto de sus coloridos dibujos que ilustraron muchos de sus discos) funda escuelas portentosas que hoy son reconocidas como modélicas.

Pero el destino tiene nombre. A quien había acompañado la música desde que nació no podía claudicar. Lo hizo; un disco admirable, Roadsinger (algo así como La calle del cantante) en el que Yusuf se recrea (incluso irónicamente) con Cat Stevens. Y desde entonces el Yusuf de barba blanca vuelve al público para compartir. Lo vi interpretar la insuperable Morning Has Broken (La mañana se ha roto), que los asistentes cantaron en su totalidad al punto de dejar mudo al cantante. Portentoso, único.