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Vuelta a la normalidad – Por José Juan Rivero

   

Desde el lunes parece que de repente el verano ha llegado a su fin: el comienzo del cole, las prisas para las compras del material escolar, los uniformes, los libros, las matrículas, la vuelta al trabajo, etcétera. En unos días pasamos de la paz y la tranquilidad del verano al estrés y los gastos insaciables. Así me narraba una persona en consulta, mientras me preguntaba si atravesaba por una depresión postvacacional. En la actualidad parece que tenemos la manía de sobrecargar con etiquetas psicológicas y psiquiátricas los cambios estacionales y personales que nos suceden a lo largo de las diferentes etapas del año. Existiendo una tendencia a psicologizar al máximo nuestra vida. Parece que nos quedamos más tranquilos cuando nuestro locus de control, es decir, nuestra forma en la que nos decimos a nosotros mismo, “tranquilo todo está correcto”, solo es una depresión postvacacional, y así acudimos a una lista interminables de consejos para evitar dicha depresión postvacacional. Sin embargo, amigas y amigos, es más simple, el problema radica en cómo toleramos los cambios y la capacidad de adaptación y de olvido que tenemos. Pudiera parecer que cada año al finalizar el verano viviésemos una experiencia nueva y transformadora que denominamos “vuelta a la normalidad”, y así nos pasa con muchos momentos a lo largo del año. En la misma línea existen personas que por diferentes circunstancias de la vida son incapaces de gestionar adecuadamente las crisis (les cuesta retomar sus vidas), en primer lugar, debido a que nunca se ha priorizado en nuestra educación, en nuestra formación profesional, es decir, a lo largo de la vida que seamos buenos gestores de crisis. No se ha visto importante que seamos personas resilientes, que aprendamos de las crisis, de los cambios, de los procesos de crecimiento personal. Más aún cuando nuestra vida es una crisis constante, un cambio constante, dicen los físicos que todos los sistemas complejos (y nosotros lo somos) tienden a la inestabilidad. Y segundo, por nuestra memoria, nuestra narración pasada que hemos aprendido a centrar en los fracasos y los errores antes que en nuestros éxitos y nuestros aprendizajes. Sin duda, el cambio y la gestión del mismo pueden hacernos victimas ante situaciones vitales determinadas, pero a la larga debemos de aprender a crecer de ellas. Pero que hacemos para autoengañarnos, etiquetamos todo, y así cada verano somos víctimas de una situación que pasa por la vuelta al trabajo, al cole, es decir, sufrimos un tiempo de readaptación a nuestra vida cotidiana, que si gestionas adecuadamente potenciará tu bienestar.

*PSICÓLOGO Y MIEMBRO DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE PSICOLOGÍA POSITIVA
@jriveroperez