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El barrio de San Andrés y la lucha del sino – Por Andrés Expósito

   

Se sostiene la rabia en todos ellos, no se derrama, y acaba por mutar y elucubrar el tesón, el esfuerzo, la lucha, la incertidumbre de otro principio y la certeza, penosa, de que volverá a suceder. En San Andrés se atiza la vida con la brega, con el vigor de que, ni las fuerza ostentosas y calamitosas de la naturaleza pueden con ellos, ni tampoco las triquiñuelas y las pautas y los tiempos marcados por las imposiciones y letargos administrativos y gubernativos. Nada. Nada puede desvalijar ni desahuciar el tesón de los habitantes de San Andrés, los que poseen comercios, o casas, o vehículos, que en una u otra manera quedan una y otra vez inundados y malheridos por el desconcierto y la desazón que produce el agua.

Da lo mismo que sea el mar, amigo de pescadores y estómagos hambrientos, además confidente y recuerdo, y en símil tesitura la lluvia, que trae el alivio de tanto día aletargado bajo la luz y el clamor del sol, da lo mismo, ambos, tantas veces glorificados y pedida su comparecencia, desuella como una imprevista puñalada todo lo que alcanza en su recorrido, en su vorágine caudalosa y desconcertante.

Los puños se aprietan en cada habitante y ciudadano de San Andrés, las miradas desconsoladas de donde escapan imprecisas las lágrimas solo atisban lodo, esperanzas perdidas, hipotecas infladas, préstamos que otra vez serán rogados, pero nadie, ningún impostor de la palabra, o mago de experiencias y causa vividas, podrá enseñar a cada uno de todos sus habitantes como se renace de la nada, como se forja el ave fénix y las cenizas quedan atrás, en el ayer, en ese propio barro y desecho extraído tantas veces de los mismos lugares, y tantas veces regresando donde mismo.

Ante tanta impostura tendrían que glorificar cada uno de los que, en una u otra manera, componen de nuevo el barrio de San Andrés, lo edifican y equilibran y ordenan en la manera que se hallaba, pero también y quizás más importante, proyectar una resolución que condicione y acondicione la posibilidad de un vida laudable y plausible, un derecho que le deben a dicho barrio y a sus habitantes.

ESCRITOR www.andresexposito.es