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DESDE LA ÓPTICA

Días de cine – Por Javier Rabanal

   

Sin ánimo de parecerme al gran Bill Murray, llegado el amanecer de este lunes he apagado el despertador con la certeza de lo que me iba a encontrar en lo deportivo. La victoria, el sábado, del Real Madrid estiraría la resaca del clásico mucho más que un triunfo de los hombres de Luis Enrique. Para ello ya está la tan nombrada caverna mediática. Ahora Iker será de nuevo El Santo (nada que ver con aquel Vall Kilmer que intentaba robar la fórmula de la fusión fría), Pepe un héroe (menos en Getafe), Isco un fenómeno (hasta que vuelva Bale), y así un largo etcétera de aderezos empalagosos que contraponer a los supuestos problemas del bando opuesto.

En el Barcelona nada funciona para los medios de la capital pese a ser líder. En los dos partidos importantes ha sido goleado, Piqué y Alves son de todo menos futbolistas profesionales (en eso puedo estar de acuerdo), Xavi está viejo, Messi apático y así hasta el fin de semana que viene, que para eso es la rivalidad más grande del periodismo español. El símil es fácil. Para los madridistas el interés está en parecer que los blaugrana son el Titanic, pero sin Leonardo DiCaprio.

Para seguir contribuyendo a este Día de la marmota está el Tenerife. Jugó bien, ganó a través del tan impopular trivote, metió un golazo por medio del ídolo local y estrenó su cuenta el deseado delantero Ifrán. Ahora tocaba salir del descenso. Afortunadamente no será semana de sacar la soga al más puro estilo western para ahorcar a Álvaro Cervera e incluso, siguiendo con el símil de la película ochentera del bueno de Bill, tocará hablar de la distancia con los puestos de ascenso. Lo mismo hicimos cuando Tapia cogió aire y así acabamos.

Este Tenerife es, en sí mismo, una película de terror o mejor uno de esos films iranís que nadie entiende y que sólo ven los esnobs en busca de aparentar una sabiduría que ellos consideran superior y por tanto imitan. Y lo es porque después de la victoria a algún individuo con más parecido a Forrest Gump que a cualquier otro personaje del cine se le ocurrió la brillante idea de agredir al bueno de GuarroChano porque al parecer no le gustó su actitud.

La semana que viene visitamos Zaragoza y de allí podemos volver con las mismas urgencias que de Pamplona si no se remedian los males que tiene este equipo y que no afectan solo al cuerpo técnico. Este club y esta plantilla necesitan cambios, eso es evidente. Pero ojo, que cabe recordar El coloso en llamas cuando el bueno de Paul Newman se da cuenta de las deficiencias del edificio y nadie le hace caso a la hora de desalojarlo. Ayudado entonces por el jefe de bomberos, interpretado por Steve McQueen, intentan buscar soluciones pero es demasiado tarde para algunos de los invitados a tan glamuroso estreno.

El Tenerife es ese lujoso edificio en el que alguien se ha ahorrado dinero y que amenaza ruina con todos dentro. Cervera en el papel de arquitecto y Serrano en el de jefe de bomberos deben poner la solución porque, amigos, el dueño del edificio es el señor Concepción y todos sabemos cómo era ese papel en la película.