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La doctora que venció al dengue

   
Da Silva lleva nueve años ejerciendo la medicina en su país. / SERGIO MÉNDEZ

Da Silva lleva nueve años ejerciendo la medicina en su país. / SERGIO MÉNDEZ

SARAY ENCINOSO | La Laguna

Tiene 33 años y es médico en Cabo Verde, su país de nacimiento, pero su cuerpo -es delgada y pequeña- podría confundirse con el de una adolecente. Liziana Sofia Da Silva es, sin embargo, mucho más fuerte de lo que parece: es la doctora que en 2009 venció al dengue.

La historia de Da Silva, que estos días está en Tenerife becada para participar en Campus África, es un ejemplo de vocación y tesón. Desde pequeña supo que quería dedicar su vida a curar a los demás. Ya entonces se dibujaba como una mujer con bata y fonendoscopio, y ejercía como una segunda madre de sus hermanos pequeños. Al acabar la educación obligatoria tuvo claro que su futuro estaba en la medicina. Estuvo a punto de formarse en el destino natural de este archipiélago, Portugal, pero el azar quiso que finalmente acabara lejos de la antigua metrópoli. Gracias a una beca Liziana pasó seis años en Cuba, país que históricamente ha mantenido estrechos lazos de cooperación con muchas naciones africanas. “Fue difícil ir porque a mi familia le preocupaba la distancia. Portugal estaba más cerca, pero yo quería ir a Cuba”, afirma sonriendo. Lo que también tenía muy claro es que no quería olvidarse de su sueño: “Siempre supe que quería ayudar a los demás, pero también que quería hacer algo por mi país”. Liziana nunca será un nombre más en la lista de cerebros fugados. “No me interesa ir a un sitio donde pueda ganar más dinero: creo que con ganar lo necesario para vivir dignamente es suficiente”.

A su sueño le queda toda una vida para seguir cumpliéndose, pero en realidad Da Silva ya ha hecho bastante por su país. Pasó tres años en la isla de Maio -nació en Santiago- porque necesitaban un médico. En esa estancia vivió la epidemia de dengue. “Llegamos a tener más de 800 personas infectadas y ninguna se nos murió”, cuenta con emoción. Cuando recuerda esos tiempos habla en primera persona del plural, pero ese plural es casi mayestático: en realidad solo está haciendo referencia a sí misma y a un compañero.

El dengue llegó a la isla en 2009, cuando ya se habían detectado algunos casos en Praia, en la Isla de Santiago, pero coincidiendo con la epidemia mundial de gripe A. Al principio, Liziana pensó que se trataba de la gripe, pero a medida que pasó el tiempo esa hipótesis se hizo menos creíble. “Los síntomas eran similares a los de un resfriado, pero yo no dejaba de pensar ¿y por qué no tienen mocos?”

Cuando las sospechas recayeron sobre el dengue Liziana optó por enviar las pruebas al Instituto de Epidemiología de Dakar y salir de dudas. Después de que se confirmara hubo más casos y también más personas atendidas por otras afecciones que acudían al centro de salud asustadas, creyendo que habían contraído la enfermedad del mosquito.

En todo el territorio de Cabo Verde viven alrededor de 527.000 habitantes, según los datos del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, que hacen referencia al año 2012. En ese mismo documento se detalla que la diáspora caboverdiana está compuesta por casi el mismo número de personas: 517.000 nacionales viven lejos de este archipiélago africano ubicado al suroeste de Canarias y al oeste de la costa de Senegal. Liziana calcula que hay algo más de 400 médicos en la república y “alrededor de 200 trabajaban para el sector privado”.

Pasar estas dos semanas en Tenerife, gracias al Campus África, ha supuesto para ella y los 14 compañeros que la acompañan un máster intensivo en enfermedades tropicales. Para poder venir se vio obligada a conseguir una autorización de la ministra de Sanidad de su país. Abandonar su puesto -hoy trabaja con tres médicos más en Praia, la capital de Cabo Verde y la ciudad más poblada del país- no es tan sencillo. Seguramente el próximo año empezará la especialización. Todavía no ha decidido qué área escogerá: se debate entre la obstetricia y las afecciones tropicales.

Liziana no sabe qué responder cuando le preguntan cómo podría afrontar su país el virus del ébola. Se queda en silencio. “Espero que no llegue”. Su experiencia le dice que España no tendrá grandes problemas con el virus. La infección de una auxiliar de Enfermería es trágica, pero confía en que no habrá brote. “Es normal que se asusten, pero creo que lo van a controlar”, afirma con convencimiento.