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Grandes mitos de Iberoamérica en el arte musical: Bola de Nieve – Por Othoniel Rodríguez

   

Dentro del patrimonio musical iberoamericano se encuentran figuras de altísimo nivel artístico, las cuales desde la primera mitad del pasado siglo XX alcanzaron reconocimiento internacional. Entre estos artistas de primer orden se encuentra Ignacio Jacinto Villa y Fernández, más conocido como Bola de Nieve, quien recorrió exitosamente los más exquisitos escenarios del planeta. Nació en la villa de Guanabacoa, al este de la capital cubana, lo mismo que sus contemporáneos, los famosos Ernesto Lecuona y Rita Montaner, quienes lo acompañan en la página de oro de la historia de la música cubana. Los tres crecieron y se formaron escuchando el eco de los tambores africanos, a la vez que la delicada música de los pianos de esa ciudad natal, con las contradanzas de Saumell y las danzas de Cervantes. Cada uno de ellos es un capítulo excepcional dentro de la antología de la cultura cubana e iberoamericana. Lecuona, Rita y Bola, juntos en la vida, en la música y en la eternidad.

Escritores, historiadores, musicólogos, investigadores y promotores culturales han colaborado en la difusión del legado artístico y la herencia cultural de esta trilogía de grandes músicos, la cual ha quedado plasmada en libros, materiales fílmicos, discos, grabaciones de conciertos y, últimamente, en ediciones recopilatorias multimedia.

En el plano personal, tengo la satisfacción de haber participado como intérprete y en algunas ocasiones como asesor musical, en homenajes a estos tres grandes de la música cubana, tanto en Cuba como en el exterior. Muy importante y de gran experiencia considero el trabajo en equipo realizado con los actores Asenneh Rodríguez y Alden Knight en el recital poético-musical dedicado a Bola, titulado Con su sonrisa y su canción, con textos de Rodríguez Sosa, Barnet, Muguercia y Marcelino Arrozarena, Su estreno fue en el programa Encuentro con la poesía de Guillén, en el Museo Nacional Palacio de Bellas Artes, de La Habana, y grabado para la televisión cubana, para Radio Taino y para un programa en directo de la televisión mexicana, además de presentaciones en una gira por varias ciudades de la Isla.

Recientemente, de septiembre a octubre de 2014, Bola ha sido recordado por el 103 aniversario de su natalicio y por el 43 aniversario de su fallecimiento, ocurrido en la ciudad de México, donde se encontraba de tránsito hacia Perú para asistir al homenaje a Chabuca Granda. Allí fue para cantarle su Flor de la Canela que, según Chabuca, era su mejor interpretación. Sus restos viajaron a Cuba y descansan en su Guanabacoa natal en el panteón Hijos de San Antonio de Padua, del sacerdote yoruba Arcadio Calvo, junto a rosas rojas y textos a su memoria.

Desde la década de los 40, cuando Bola visitó España por primera vez, como invitado especial de la gran cantante Concha Piquer, conquistó muchos éxitos y realizó múltiples presentaciones a lo largo de toda su carrera artística. Grabó discos para el sello Montilla y recibió elogios y la amistad del dramaturgo Jacinto Benavente, del músico Andrés Segovia y del escritor Rafael Alberti, entre otros. A esta lista se suma ahora otro gran admirador del Caballero de Olmedo -como también lo llamaban sus seguidores-, el periodista y escritor tinerfeño Pedro H. Murillo, quien, fascinado por la magia del artista cubano, presentará en la próxima Tertulia Patrimonio Fusión, el jueves 23 en el antiguo convento de Santo Domingo, en La Laguna, su último trabajo poético inspirado, precisamente, en el gran intérprete cubano de la canción Ignacio Villa y Fernández Bola de Nieve. Allí nos vemos.