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Nueva temporada de la OST – Por Lourdes Bonnet

   

El Auditorio de Tenerife abrió sus puertas a la nueva temporada de la OST el viernes 3 de octubre con un programa que combinaba la novedad con obras de repertorio, la Sinfónica deleitó al numerosos público que se dio cita en la sala.

La primera obra, la Suite Nr. 4 del ballet The Golden Key Op. 55D, de M. Weinberg, contó con una brillante interpretación. La alternancia entre melancolía y elementos más juguetones en otros momentos daba pie a las distintas secciones de la orquesta para su lucimiento y los músicos no dudaron en aprovechar las circunstancias. Con gran maestría llevaron la obra a buen puerto guiados por el director titular Michal Nesterowicz. La primera parte culminaba con el conocido Concierto para violín Nr. 5, de Mozart; el solista invitado en esta ocasión era K. Vogler -concertino de la Staatskapelle Dresden- cuya interpretación no dejó buen sabor de boca. Frente a una adecuada reducción de la cuerda para afrontar el concierto y una intención claramente clasicista desde la introducción del primer movimiento, la entrada del solista resultó falta de dirección y carente de interés.

En el segundo movimiento, las distintas propuestas que intentan combinarse sobre el escenario, siguen sin encontrarse; la OST con Nesterowicz con un carácter al que vuelve una y otra vez y Vogler con una incertidumbre estilística que provoca la pérdida de interés por la interpretación, y aunque mejoró algo en el último movimiento, indudablemente no fue “la” versión de la mayor parte del público asistente.

Sin embargo, en la segunda parte coincidieron todos los aplausos, no sólo por la obra, la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorak -que a todos gusta-, sino por contar además con una espléndida interpretación. Si del primer movimiento podemos destacar la plasticidad en los cambios de tempi sin caer en amaneramientos y la cuidada emisión de los distintos solos en combinación con el tutti, el cuidado balance entre secciones sería la nota predominante del segundo. La pausada melancolía que transpira la partitura fue transmitida de manera optimista para lograr así un bello equilibrio con el animoso Scherzo. El conocido movimiento final terminó por cautivar al auditorio con una inspirada versión de Nesterowicz y una ejecución de gran calidad por parte del conjunto de la OST.