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Silbidos de alarma – Por Salvador García Llanos

   

Ha saltado la Asociación Hotelera y Extrahotelera de Tenerife (Ashotel) en demanda de un impulso a los convenios firmados para materializar varias actuaciones en el marco del Plan de Modernización y Mejora del Puerto de la Cruz, aparentemente bloqueadas en sede de la Comisión de Ordenación Territorial y Medio Ambiente de Canarias (Cotmac). La patronal hotelera pide a la consejería de Obras Públicas que ponga fin a un estancamiento que reedita sombras de incertidumbre en un destino turístico que debía ser consciente de que el Consorcio de Rehabilitación Turística, con recursos presupuestarios propios, era el último tren que pasaba para su relanzamiento. Pero el Consorcio se quedó sin gerente después de importantes avances en materia de planificación y, lo que es más, de sensibilización de unas conciencias empresariales y profesionales que nunca sobresalieron por su emprendimiento y por su capacidad de gestión más allá de la concentrada en sus propios establecimientos. Aún al día de la fecha, la baja de Senante (han pasado ocho meses) no ha sido cubierta, el Consorcio no produce noticias, las actuaciones no han pasado de meros anuncios o de proyecciones sin sostén ni seguimiento y el propio sector turístico aparece entre descorazonado y desentendido, sin fe y resignado a convivir con estos parones que oscurecen el sombrío panorama de la ciudad. La marca Puerto de la Cruz, esa que aún sigue cotizando al alza en el concierto de la oferta turística, se resiente, como si nadie quisiera apiadarse de ella. Algo tan elemental a estas alturas como mejorar la competitividad se ha convertido en un objetivo difícilmente alcanzable. De ahí que la queja de Ashotel sea consecuente. Su vicepresidente, Enrique Talg, está comprobando lo que en el pasado le costaba aceptar: lento funcionamiento de las administraciones, dudosos efectos reactivos y propensión a la incredulidad entre la propia gente del sector. Una lástima porque había recursos y algunos avances se habían producido, incluso haber propiciado una interactividad orientada a que se viera una acción sostenida más allá de las coyunturas o de los desentendimientos políticos. “El Consorcio es vital para la dinamización y modernización del Puerto como destino turístico”, ha dicho Talg, casi como un intento desesperado de reimpulsar su ejecutividad. La petición de desbloquear treinta y cuatro convenios, ya firmados, hay que contextualizarla ahí. Diez de esos acuerdos, por cierto, inciden en actuaciones de carácter urbano; los otros 24 estriban en mejoras de equipamiento privado. Bien que se reivindique ante el Gobierno autonómico y ojalá haya respuestas ágiles. Porque ojo, el tiempo se agota, las consignaciones presupuestarias pueden volver a sufrir reajustes a la baja en tanto las previsiones se desfasan, el escepticismo del sector turístico local se acentuará y la oportunidad del tren del Consorcio se perderá como otras muchas cosas en un destino turístico que todavía no ha entendido que no se puede vivir eternamente de las rentas. Los silbidos de alarma ya han sonado.