Los candidatos a alcalde de Santa Cruz en las próximas elecciones locales tendrán que tomarse muy en serio la limpieza, total, completa y absoluta, es decir, integral, de esta capital. Porque, Santa Cruz, desde los tiempos de Manuel Hermoso, no se habÃa visto en otra. La ciudad está sucia, asquerosa, llena de mugre y de cochambre. En el centro y los barrios, la totalidad de las calles y aceras de la urbe dan asco y rebosan porquerÃa: orines de perros, mierda de perros, cagadas de palomas, loros y cacatúas, chicles, colillas, mosca blanca, o el arroz que Carmita lanza a palomas y a ratas por las alcantarillas sin que nadie la meta a camino. A lo que hay que añadir los lixiviados que destilan los contenedores rotos de la basura orgánica. La basura y la inmundicia se adueñan de los espacios urbanos. El estado de cochambre urbana está en todos los comentarios de los ciudadanos. Abandono, desidia, asquerosidad y marranada inundan cada esquina, especialmente en los lugares en que se agrupan los recipientes en que los vecinos depositamos nuestros residuos sólidos urbanos, procedentes de viviendas y de negocios y toda clase de empresas. El Ayuntamiento no está poniendo interés en una cuestión vital. Hay contenedores rotos que no son repuestos; otros que rebosan de envases ligeros que derraman lÃquidos sobre los pretiles y las baldosas de los senderos peatonales. Colillas, bolsas de papas, latas de refrescos y un largo etcétera de desperdicios caen encima de jardines y zonas verdes. Los camiones que barren las calles no se esmeran demasiado. Los zafarranchos de limpieza que periódicamente se organizan por los barrios son simples remedos. El agua que se usa para baldear las calles y aceras no contiene desinfectantes y no hay brigadas de operarios, con cepillos de púas en ristre, que restrieguen las baldosas y las tapas de hierros de registros eléctricos o del agua de abasto como Dios manda. Huele a meadas por todas partes. La fetidez se apodera de la atmósfera. Los barrenderos parece que hacen el paripé. Soluciones algodonosas de mosca blanca caen a borbotones de los árboles y se cuelan entre los pelos de la cabeza o los cristales de las gafas cuando uno camina. Santa Cruz está embadurnada por la porquerÃa, grasienta, viscosa, emporcada y marchita. Puertas de garajes y fachadas están repletas por la firma de un tal Rusti. Hay zonas en el mismÃsimo centro, tan desvencijadas y andrajosas, que cualquiera dirÃa que el ayuntamiento no se preocupa de sus vecinos, sino que mira hacia otro lado, porque se ha rendido ante la inmundicia a la que no le pone coto. Repsol deberÃa hacer prospecciones para encontrar petróleo en las aceras de la capital. Tan negras están, que de la mierda saldrÃan combustibles de excelente octanaje. ¡Qué dejadez!¡Cuán enmerdada está mi ciudad, tan bonita antaño! ¡Ponte las pilas, Bermúdez!