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Tarjetas de oro – Por Cristina Molina Suárez

   

Las tarjetas de crédito o nuestro DNI contienen cierta belleza matemática. La armonía que existe en las dimensiones del rectángulo se llama proporción áurea. Al número que refleja esta relación entre los segmentos se le denomina número de oro. Y así, de oro, se han hecho los 86 exdirectivos y exconsejeros de la cúpula de Caja Madrid que gastaron 15,5 millones de euros. Qué despiporre. El escándalo es todavía mayor si tenemos en cuenta que estos señores podían cobrar 6.800 euros mensuales por asistir a cuatro reuniones al año como ha explicado el propio exconsejero Juan Iranzo. Estos usuarios de las tarjetas fueron propuestos por el PP, el PSOE, IU, CC.OO., UGT, la patronal, etc. Solo 3 de los 86 no hicieron uso de las tarjetas. Este apunte es para recuperar la esperanza en el ser humano. Quizás en otros asuntos sea indistinto hablar de Caja Madrid y Bankia, pero en este caso hay que hacer una merecida distinción. La lógica simplista según la cual el banquero siempre es malo y el moroso siempre es bueno no se cumple en este caso.

La gestión del actual presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, ha sido clave en el majo y limpio de esta deleznable práctica. Fue él quien encargó un estudio sobre las irregularidades, lo puso en conocimiento del FROB y ahora es Hacienda quien comprueba la situación de 46 usuarios de estas tarjetas. En lo político lo propio sería que continuaran con el mismo majo y limpio que comenzó, aunque parezca mentira, una entidad bancaria. También sea dicho de paso, el borrón y cuenta nueva de Bankia empezó en mayo del 2012 con la llegada de la nueva directiva. Después del hundimiento de las cajas, después del escándalo de las preferentes y después de un severo recorte de personal y cierre de oficinas. Mientras eso ocurría y se negociaba duramente con Europa el rescate de nuestras cajas, sus consejeros se pegaron semejante vida de oro.