X
La esquina>

Trabajo de pobres – Por Claudio Andrada

   

Hasta hace unos años, antes de que se instalara para quedarse esta crisis que todo lo destruye, cualquier familia en la que uno de sus miembros encontraba trabajo suponía un alivio inmediato en el índice de pobreza que sufría el núcleo familiar. Un salario medio de entonces permitía al menos llenar la nevera. Y si no era para tirar voladores, descartaban ponerse en las colas para solicitar ayudas. Pero algo ha cambiado profundamente y ahora podemos encontrarnos en los Servicios Sociales de cualquier ayuntamiento de las Islas a personas que aunque trabajan, o son pensionistas, los recursos económicos de que disponen no pueden soportar las necesidades de la familia. Y esto es así gracias a una reforma laboral que permite contratos basura, con sueldos míseros y horarios extensibles. ¿Quién no conoce a alguien que con un contrato de cuatro horas o de los denominados de ‘media jornada’ se deslome echando más horas que un reloj? Son los trabajadores que cobran unos 400 euros al mes por una jornada laboral más larga que un día sin pan. Y no, no es lo mismo que otros países en donde parece que saben contar y en los que cuatro horas son 240 minutos. Ya sé que argumentarán lo mismo que piensan los que trabajan en esta nueva modalidad de esclavitud, que al menos hay algo para llevar a casa. Y que se acepte que en este sistema injusto de escapar como se pueda sea la única opción. O tal vez no. La realidad, más tozuda en tiempos de crisis, advierte de casos de cada vez más personas que están por debajo del umbral de la pobreza incluso aunque trabajen. Familias que no pueden hacer frente a los gastos mensuales de alquiler, agua, luz, comida, colegio, transporte, etc. sin la ayuda de entidades públicas u ONG, por lo que hay que sumar también a estas personas que aunque trabajan están en el limbo de los Servicios Sociales. Esto es, trabajan, por lo que no tienen derecho a una prestación, aunque el salario que perciben es tan mísero que se sitúan a sólo unas milésimas de los más necesitados sin empleo. La realidad es que, en estos momentos, tener empleo ha cambiado sus consecuencias y ya no es sinónimo de bienestar económico y, por lo tanto, alivio de las instituciones que reparan a diario esta injusticia social por la que hay ciudadanos de primera y otros de cuarta o quinta categoría. O cambian las cosas, o tendremos una sociedad laboral que trabajará sólo por la comida y un lecho donde dormir, igual que lo hacían y lo hacen los esclavos de toda la historia.
claudioandrada1959@gmail.com