NORBERTO CHIJEB | Granadilla de Abona
Una simbiosis entre el arte, la naturaleza salvaje, la arquitectura y el respeto al medio ambiente con el fin de conservar y preservar para las generaciones futuras un legado cultural único en el mundo, podrÃa resumir el espÃritu con el que nació el Parque de Esculturas de Los Cardones, en el granadillero barrio de San Isidro, perteneciente a la Fundación Gernot Huber.
Hoy, después de ser inaugurado el parque a finales del mes de marzo, abre sus puertas en esta nueva temporada de invierno. La oferta artÃstica, que está compuesta por más de 100 esculturas, podrá visitarse en horario de 14.00 a 17.00 horas, siendo la entrada libre para los menores y de 10 euros para adultos, en concepto de donación para los becarios del centro, y de 5 euros para los residentes del municipio, según relata el matrimonio alemán que lo regenta, Gernot e Ina Huber.
El parque está situado en una fina de más de 80.000 metros cuadrados de paisaje, salpicados por esculturas, algunas de ellas monumentales, realizadas con materiales propios de la isla, tales como la piedra y la madera y, en algunos casos, acero y vidrio. Todos los diseños presentados se encuentran interconectados por una red de caminos que cuenta con más de 2.000 metros de longitud, que se ubica en plena armonÃa con el entorno y que facilitan el plácido tránsito de los visitantes.
Hasta abril
La visita de este domingo será la primera de esta temporada de invierno hasta el mes de abril, que será cuando vuelva a cerrar sus puertas nuevamente hasta noviembre del próximo año, ya que sus propietarios se trasladan siempre durante este periodo hasta Hamburgo (Alemania) donde el escultor Gernot Huber posee también otro parque único en Europa en cuanto a esculturas en movimiento.
Este singular espacio, en el que se combina la armonÃa del arte y la arquitectura con la naturaleza endémica isleña, supone un atractivo cultural diferente y único para el municipio en particular y el Sur en general, y en el que se reúnen trabajos de importantes artistas locales y de ámbito internacional.
Las obras se ubican alrededor de la residencia del fundador construida con toba volcánica que conforme al diseño de su propietario auna el viejo estilo de construcción canario y la vida y el trabajo moderno, en medio de la naturaleza salvaje sobre una loma volcánica entre vegetación y desde donde se divisa el Teide y la Montaña Roja.
Muchas de las esculturas son cinéticas, por lo que son movidas por el viento, una forma espectacular de desarrollar el arte, a semejanza de los móviles del desaparecido César Manrique.
Los fundadores, Gernot e Ina Hubert, constituyeron esta fundación cultural con el propósito de promover el arte y la cultura a jóvenes artistas mediante becas con el objeto de mantener vivo el legado de una entidad que se mueve sin ánimo de lucro.