Todo el mundo está que se sale con el anuncio de la loterÃa de Navidad de este año. Que si es precioso, que si resulta muy mono, que es muy solidario, que despierta todo lo bueno que hay en nosotros y bla, bla, bla… Mentira cochina. El anuncio es técnicamente muy bueno. Impecable. Nada que ver con la caquita de Rafael y la Caballé del año pasado. Cierto. Pero es una ñoñerÃa como una castaña. Lastimero y lacrimógeno. Me compraré una sábana para verlo. En lugar de un pañuelo. O mejor, me compraré un paquete de mil pañuelitos de papel para secarme la humedad de los ojos y sonarme la nariz de paso. O apago la tele, porque el anuncio resulta un bodrio. Desde el punto de vista de su contenido, es decir, de lo que trasmite. Empieza con la mujer del desgraciado/agraciado cuando le ruega que baje al bar a darse un garbeo. El rácano, que no espera el número, va y pide al dueño del bar un cafelito mientras el resto del personal disfruta de la movida del premio gordo y derrocha cava. El desgraciado se acerca a la barra como un perro apaleado. Toma asiento. Pone cara de Mariano Rajoy implorando a Mas que no convoque el referéndum definitivo de Cataluña. Se sienta resignado. Y cuando pide la cuenta y le requieren 21 euros, se queja del precio como un gilipuertas. Luego viene el bueno del camarero, que es el dueño del garito. Y le da el sobre con el número de loterÃa premiado. Sonrisitas. Caras tiernas. Que buenos somos todos. ¡Vivan la Navidad y la Pepa! Le tenÃa el número guardado, para que veas. En la vida real, el dueño del bar se habrÃa quedado con el número; le habrÃa cobrado el café a su cliente a 1,20 euros; se habrÃa reÃdo a carcajadas de su mala suerte; lo habrÃa mandado a freÃr espárragos y le habrÃa dado una patada en las nalgas y arrojado a la calle por cenizo y por gafe.
La loterÃa ya no existe para el común de los mortales. Sólo es cosa de los polÃticos. Los polÃticos se la están sacando a diario. Siempre les toca el premio gordo, los segundos, terceros, cuartos y quintos premios. Y hasta los reintegros. No dejan nada al personal. Y, por si fuera poco, llega Hacienda y te penaliza cobrando el 20 por ciento de lo ganado, como si no hubieras pagado el billete, que es un tÃtulo del Estado, como los pagarés del Tesoro, un suponer, sin ir más lejos.
Las teles juegan con las emociones del personal. Como no compraste el número en el bar en el que cayó, pues te fastidias. Mensaje: compra un número en todo los bares de España, que seguro que te toca. Pide dinero prestado a Rato o Blesa. Que te dejen un tarjetita black, o sea, negra, para que te gastes los cuartos en los billetes de loterÃa navideña. Y de paso, llévate un ibérico de Guijuelo y mándale unas lonchas a Granados, que el pobrecito pasará la Navidad entre rejas.
Este año habrá mucho turrón en prisiones. Los furgones cargaditos de polvorones y de cava no cesarán en sus viajes a las cárceles. A DÃaz Ferrán el juez le amplÃa la estancia entre rejas dos años. ¿Tomarán cava los Pujol? ¿Y qué hay del viejo y veterano sindicalista de la minerÃa asturiana, el que sufre de sÃndrome confusional y no sabe decirle al juez de dónde sacó los cuartos? Está claro, ganó los 1,4 millones de euros jugando a la loterÃa…, con la vida de su compañeros de la minerÃa. Los que se jugaban la vida dÃa a dÃa bajando a los hoyos a sacar carbón de las entrañas de la tierra. Carbón, he dicho….