Cada uno de nosotros, con sus actitudes, elecciones personales, hábitos de consumo y modo de vida puede adoptar lo que parecen insignificantes medidas para acabar logrando la supervivencia o la creación de un puesto de trabajo. No se trata de una ciencia exacta pero sà muy recomendable, puesto que su utilización estimula, además, las relaciones sociales y la percepción de que vivimos en un mundo más humano. En primer lugar, cuando me veo obligado a repostar en una gasolinera, ya tengo hecho en mi mente un plano de aquellas en las que un amable gasolinero se acerca, compartimos el saludo y me pregunta qué y cuánto voy a gastarme en combustible. Esa actitud ha logrado que destierre de mis itinerarios aquellos establecimientos en los que se fomenta el autoservicio. Otro ejemplo, que catalogo como medida para fomentar el empleo, es no acudir a cafeterÃas donde me vea obligado a coger una bandejita, hacer una cola para pagar y pedir mi comanda al mismo tiempo; para luego irme borreguilmente hasta una mesita y al final tener que dejar la vajilla utilizada en un armatoste metálico. La última muestra que les dejo se refiere a esquivar esos supermercados o centros comerciales en los que, tarjetita y compra en mano, te obligan a pasar tú mismo lo adquirido, revisarlo todo e introducir el dinero de plástico para pagar. Prefiero que me atienda un cajero, intercambiar algunas palabras e incluso que me ayuden a colocar los distintos artÃculos en esas malditas bolsas plegadas, si me he olvidado de la mÃa. Estos tres ejemplos les dejo, sabiendo que voy contracorriente, que los nuevos tiempos y tecnologÃas, lejos de hacernos más libres, nos convierten en seres más inhumanos, asociales y esclavos de sistema diseñado para que las empresas obtengan mayores beneficios a costa de las personas. De ese carro yo me bajo; usted lógicamente piénselo y haga lo que prefiera.