El otoño se ha vuelto confuso tanto en mar como en tierra. Por algo los expertos en cambio climático relacionan el estado de los océanos con la naturaleza viva del planeta, porque de la muerta ya se ocupan otros por culpa del CO2. Las noticias aparecidas en los medios de comunicación del sábado 15 de noviembre de 2014 acerca de la embestida, que no colisión como bien me apuntó mi hermana Ito, de lanchas de la Armada española contra zodiacs del grupo ecologista Greenpeace, que estaban próximas al buque contratado por la empresa privada Repsol para realizar prospecciones autorizadas por el ejecutivo español, recorrieron el planeta en cuestión de segundos por mor de la globalización. Algunos amigos residentes en América y en Europa no daban crédito al youtube que se propagó online. Un verdadero ataque militar en toda regla, afirmaron. Las preguntas surgieron enseguida: ¿Ha habido declaración de guerra contra Greenpeace por parte del Gobierno español? ¿Qué hacÃa la Armada española en aquellos puntos oceánicos? ¿A cuántos ha ascendido el coste del ataque español? Entonces se le viene a uno a la cabeza la defensa a ultranza de la citada empresa por parte del ministro español  de Asuntos Exteriores y Cooperación J.M. Margallo, cuando, con ocasión del reciente caso de la expropiación a Repsol en Argentina, salió a la palestra en nombre del Estado  confundiendo empresa con España. Luego leemos la noticia que aparece en El PaÃs acerca de la investigación por parte de la FiscalÃa Anticorrupción sobre el perdón de tres mil millones  a las empresas eléctricas españolas, entre 2007 y 2010. Curiosamente, al comienzo del auge de las energÃas renovables como fuentes generadoras de electricidad, un sector que se habÃa liberalizado desde 1997. Ya nos lo habÃa comentado hace unos meses en la Universidad Europea de Canarias, de La Orotava, un ingeniero de la asociación de fotovoltaicas de España, cuando vino a contarnos la situación del sector. También recuerdo las denuncias de FACUA ante la Administración y las eléctricas por el precio de los nuevos contadores inteligentes y de la subida de la luz. Asimismo, la bajada del precio del barril de petróleo y su impacto socioeconómico en Rusia y Venezuela. Todas estas cuestiones las coloco encima del tablero y concluyo acordándome de la embestida -que no del diálogo- del presidente Rajoy contra Greenpeace. Debe ser la herencia energética europea, pensé mirando al Atlántico; paradójicamente, un mar de confusiones.