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Cada vida importa – Por Francisco Muro de Iscar

   

Decenas de miles de personas se concentraron este fin de semana en Madrid para exigir al Gobierno de Mariano Rajoy que cumpla su compromiso de cambiar la actual ley del aborto y, sobre todo, que aborde de una vez una política de defensa de la vida y de la familia. Ese es otro de los muchos compromisos electorales que Mariano Rajoy ha incumplido clamorosamente. Muchas promesas no era posible cumplirlas porque la situación económica lo impedía.

Pero la reforma de la ley del aborto para volver a la que estaba vigente antes de Zapatero y que había obtenido el consenso del Tribunal Constitucional se ha incumplido sólo por razones de cálculo electoral y de desgaste político. Los asesores de Rajoy han entendido que los votos de quienes defienden la vida acabarán yendo a su zurrón porque no hay otra opción a quien votar y que, con la retirada de la ley, quitaban una bandera a sus detractores. En una cuestión como la defensa de la vida, esa actitud es una cobardía moral indefendible. Y tendrá consecuencias.

Rajoy ha perdido la confianza de muchos ciudadanos porque les ha engañado. Sobre todo, por su pasividad en cuestiones fundamentales que afectan al núcleo de supervivencia de la democracia. No es algo sorprendente en su trayectoria. Pero sí ha sido firme en su decisión de no proseguir con la reforma de la ley del aborto, que fue la primera decisión que tomó su Gobierno en el primer Consejo de Ministros.

La torpeza de Rajoy en la manera de afrontar este problema que afecta a la defensa de los más vulnerables, de los más indefensos, es total. La vida es un valor absoluto, reconocido en la Constitución, y el nasciturus necesita defensa. Rajoy le ha dado la espalda al problema y es responsable por omisión de su deber de cumplir y hacer cumplir la Constitución.

¿Retirará también el PP su recurso ante el Tribunal Constitucional? Jugar a todas las barajas es una trampa. Y las trampas se pagan. Entiendo que para muchas personas la vida de un no nacido no signifique nada.

Para la mayor parte, incluidas las mujeres que abortan, es un drama que deja heridas indelebles. Estoy seguro de que muchas de ellas no tomarían esa terrible decisión de acabar con una vida, si contaran con ayudas suficientes para tener a su hijo y poder criarlo dignamente, si hubiera políticas de apoyo a la familia, si tener un hijo no fuera una penalización para muchas familias.

Pues ahí tampoco ha hecho nada el Gobierno de Rajoy, lo que demuestra que no sabe cuál es su ideario, quiénes son sus votantes y cuál debe ser el centro de su política.Claro que cada vida importa y que cada vida que se pierde -más de cien mil abortos cada año- debería sonrojarnos a todos.

Por acabar con una vida que no nos pertenece, por no dar ni una oportunidad a esos niños, por destrozar a muchas mujeres que no olvidarán nunca que fueron madres de un niño al que no dejaron nacer, por no hacer nada para evitar las condiciones que llevan a muchas mujeres a abortar. Por no defender la vida. Un drama terrible.