GABRIELA GULESSERIAN | Puerto de la Cruz
La realidad de muchas familias de Puerto de la Cruz sigue todavía bastante alejada de los índices macroeconómicos que apuntan a una recuperación de la economía, según el Gobierno central, dado que la crisis continúa castigando a muchos vecinos de la zona centro. Prueba de ello es que Cáritas Parroquial ha prácticamente duplicado en el último año el número de familias a las que asiste, pasando de una treintena a 50, confirma el párroco de la iglesia de la Peña de Francia, Ángel Castro.
La ayuda consiste en una caja de alimentos, no solo compuesta por legumbres, arroz y pasta, sino también leche, azúcar, aceite, cereales, verduras cuando hay disponibles y conservas, algunos de los cuales provienen del Banco de Alimentos y el resto lo compra la parroquia, cuya única financiación es la colecta que realiza el primer domingo del mes, que va íntegramente a esta entidad.
Pese a que la recaudación se mantiene, resulta insuficiente para poder atender las necesidades de los demandantes y sus familias, algunos de los cuales se encuentran sin trabajo desde hace mucho tiempo y no tienen ninguna fuente de ingresos.
Con el fin de paliar esta situación y con la fe que la caracteriza, Cáritas ha decidido acudir a una entidad bancaria a efectos de solicitar la ayuda necesaria que le permita cubrir el déficit existente y no dejar de asistir a las personas que más lo necesitan. Por fortuna, la respuesta ha sido más que positiva, asegura Castro, en este caso por parte de la Caixa, cuya Obra Social se ha sensibilizado sobremanera y ha destinado el importe necesario. “Una colaboración que recién se inicia pero queda abierta a futuras ayudas y que demuestra que los bancos también tienen otra cara, muchas veces desconocida por la mayor parte de los ciudadanos”, apunta el sacerdote.
Castro precisa que el perfil de los demandantes son familias necesitadas, la mayor parte extranjeros, sobre todo cubanos, que no tienen recursos ni trabajo y con un riesgo grave de exclusión social. También hay casos de familias monoparentales y un grupo de vecinos del municipio que es inferior a la media. Sin embargo, asegura que hay familias portuenses que no piden ayuda por miedo “al qué dirán, porque les da vergüenza que se conozca su situación dado que la ciudad es un pueblo grande” y por ello ni siquiera se acercan a la iglesia, comenta. En esos casos, “ha ido a hablar con ellos personalmente a ofrecerles apoyo garantizándoles mucha discreción”, confirma.
Al sacerdote le consta que las demás Cáritas parroquiales de la localidad pasan por la misma situación y su número de solicitudes aumenta cada día. “Esperemos que, a medida que la crisis se solucione, se alivie la necesidad”, sostiene el padre Ángel.