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Carlos y diez más

   
Carlos, minúsculo en la imagen, debutó en un Heliodoro que mostró una imagen triste. / FRAN PALLERO

Carlos, minúsculo en la imagen, debutó en un Heliodoro que mostró una imagen triste. / FRAN PALLERO

JUAN S. SÁNCHEZ | Santa Cruz de Tenerife

Sábado de poco trabajo en el Heliodoro Rodríguez López. Los tornos del coliseo blanquiazul apenas sintieron el mareo del goteo de aficionados. Y es que entre la lluvia y Concepción, Cervera y Serrano -el triplete mágico del CD Tenerife- han hicieron desaparecer a la gente de las gradas del estadio.

Así, los porteros casi ni sufrieron… los de las puertas del estadio, digo. Aunque Carlos Abad y Cabrero tampoco es que tuvieran que emplearse demasiado. Y es que la noche invitaba al recuerdo. Sí, a aquella en la que el Racing de Ferrol ganó (1-2) en un Rodríguez López que presentaba una imagen tan desoladora como la de ayer provocando las dimisiones del presidente Víctor Pérez Ascanio y del entrenador Antonio López.

Cuánto han cambiado los tiempos que ni alcanzando ridículos tan espantosos como los de aquel nefasto inicio de campaña en este Tenerife nadie se atreve a asumir culpas y mucho menos a dar un paso al costado.

Siendo positivos y buscando siempre el lado amable de las cosas, lo mejor de ayer fue el empate… y gracias. El Tenerife no perdió, mantuvo su portería a cero… excusas de sala de prensa para disfrazar otro partido con escasa presencia ofensiva. Porque sin Diego Ifrán, al que no se le espera hasta dentro de un mes por su salida de tono en Palamós con aquel “boludo de mierda” dirigido al pésimo Munuera Montero; sin la mejor versión de Suso Santana; y con Iker Guarrotxena regresando de su largo periodo en la mazmorra por expreso decreto de su entrenador, el equipo blanquiazul se quedó sin marcar por sexta vez en 14 jornadas.

Y siendo positivos y buscando siempre el lado bueno de las cosas el Tenerife no encajó. Y fue el tercer partido de la temporada en que ningún jugador blanquiazul se tuvo que adentrar en la portería para recoger el balón de la red.

Lo hizo con Carlos Abad bajo los palos que, de verdad, sí fue lo mejor del partido. El cancerbero portuense dejó atrás las críticas recibidas después de encajar aquellos dos tantos a balón parado frente a la Llagostera.

Carlos se hizo gigante en un Tenerife pequeño. Salió al campo sin complejos, calentó como los grandes, se preparó para la reválida tras una semana difícil y cumplió. Que si cumplió. Paró todo lo que tenía que parar y permitió que su equipo sumara un punto que, siendo positivos, igual al final de la liga sirve para algo, ya sea por arriba o por abajo. Realizó intervenciones de mérito ante Pereyra y también ante esa figura emergente del fútbol nacional, Marco Asensio, que ayer no demostró en el Rodríguez López el precio que le cuelgan a su hipotético traspaso.

Pero su aparición más especial fue ante Pep Lluis Martí. El excapitán blanquiazul, que aún da lecciones de clase y pundonor sobre los terrenos de juego, exigió el esfuerzo y el escorzo de Carlos en un remate que buscaba la cepa del palo derecho de la meta blanquiazul y que el meta local desvió con destreza a saque de esquina.

El de Puerto de la Cruz cumplió en el campo durante los 95 minutos del partido y lo hizo después ante las cámaras de televisión, como los grandes. Fue tal su entusiasmo que hasta atendió la demanda de fotos y autógrafos de un pequeño puñado de aficionados antes de enfilar el túnel de vestuarios con la satisfacción de haber cumplido con su deber.

Visto lo visto, con Roberto noqueado físicamente y con Jacobo con las maletas hechas para ejercer esa valentía y soltura de sala de prensa bien lejos de la Isla, el futuro de la portería del Tenerife pasa por Carlos Abad. Así que la alineación del próximo fin de semana está clara, Carlos y diez más.