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La contradicción del poder – Por Indra Kishinchand

   

Él no me quería. Me lo había dicho una y mil veces porque yo se lo había preguntado alrededor de 3.557. Como es lógico, alguna que otra tuvo que contestar. Yo le preguntaba que por qué, como si eso tuviera algún tipo de explicación.

Él se quedaba callado y sonreía mientras me arrastraba para abrazarme con la sorprendente capacidad de no hacerme sentir verdaderamente estúpida. Así hasta que pasaba un tiempo y yo se lo volvía a preguntar. Y eso que ya sabía la respuesta. El único poder que ansiaba era el de hacer que un día contestara lo contrario. No importaba si era hoy o en mi pregunta número 10.000, pero tenía que suceder. Entonces me planteé qué podía o debía hacer, porque, obviamente, algo se podía hacer. Eso creía yo entonces. Estaba dispuesta a todo, y no dudé en llevarlo a cabo. Así fue como conseguí que el no se convirtiera en desprecio.

Yo busqué el poder para alcanzar la felicidad y acabé por entender que nada ni nadie te la puede dar o quitar. El poder por el poder no es más que una representación de la realidad.

PD: Yo les he contado la historia, ahora son ustedes quienes deciden qué parte creer.