Él no me querÃa. Me lo habÃa dicho una y mil veces porque yo se lo habÃa preguntado alrededor de 3.557. Como es lógico, alguna que otra tuvo que contestar. Yo le preguntaba que por qué, como si eso tuviera algún tipo de explicación.
Él se quedaba callado y sonreÃa mientras me arrastraba para abrazarme con la sorprendente capacidad de no hacerme sentir verdaderamente estúpida. Asà hasta que pasaba un tiempo y yo se lo volvÃa a preguntar. Y eso que ya sabÃa la respuesta. El único poder que ansiaba era el de hacer que un dÃa contestara lo contrario. No importaba si era hoy o en mi pregunta número 10.000, pero tenÃa que suceder. Entonces me planteé qué podÃa o debÃa hacer, porque, obviamente, algo se podÃa hacer. Eso creÃa yo entonces. Estaba dispuesta a todo, y no dudé en llevarlo a cabo. Asà fue como conseguà que el no se convirtiera en desprecio.
Yo busqué el poder para alcanzar la felicidad y acabé por entender que nada ni nadie te la puede dar o quitar. El poder por el poder no es más que una representación de la realidad.
PD: Yo les he contado la historia, ahora son ustedes quienes deciden qué parte creer.