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Creer en las personas – Por Óscar Herrera

   

Me he acercado al Uruguay FS desde hace un año y medio. He de reconocer que no soy de los que ha estado tan cerca del equipo tinerfeño, como sí otros compañeros que tienen todo mi reconocimiento. Recuerdo en agosto de 2013 recibir la visita en los estudios de Teide Radio de Andrés Pedreira, acompañado de los tres fichajes que iban a afrontar una temporada en Segunda División con el objetivo de intentar pelear por el ascenso.

Era un sueño lejano y muy anhelado, pero que antes del inicio de la temporada se planteaba como una ilusión, nunca como una exigencia. Aquel día, Iago Barro, Kike Barroso y Víctor Suazo me empezaron a trasmitir muy buenas sensaciones, pero en el ámbito personal, porque en el deportivo apenas conocía sus trayectorias, cosa que hice luego documentándome y conociendo más detalles de los jugadores y el club. Por aquel entonces mi relación con el Uruguay era más bien escasa. La habitual de un equipo tinerfeño de un deporte menos seguido en los programas de radio y que todavía no había alcanzado la dimensión que ahora tiene. Tuve la fortuna de poder compartir algún cortado que otro con los integrantes del equipo, en el emblemático Bar José Manuel, ubicado muy cerca de la radio, y lugar en el que suelo desayunar un par de veces por semana. El espíritu Uru se respira por los cuatro costados en el local del número 17 de la santacrucera calle de Salamanca. Los fui conociendo cada vez más y se empezó a crear un vínculo de empatía con el club y algunos de sus jugadores. Gente sana, gente sencilla, deportistas con mayúsculas que se fueron metiendo en la noria de un equipo que crecía a pasos agigantados. Muchos hablan de que detrás de este grupo humano hay una sombra de irregularidades varias. De esa parte no hablaré hoy, porque esto va dedicado a la gente honrada de buen hacer, pero sí hablaré de un equipo que me ha conquistado.

Sus historias, sus vivencias, sus sueños e ilusiones me han llegado. En esta profesión hay que separar la parte humana de la del día a día de tu trabajo, así como de las relaciones interpersonales, que deben siempre estar marcadas por la línea que separa la información de la subjetividad. Pero por otro lado, no entiendo la vida ni este trabajo sin las emociones y el pálpito que algunas personas te trasmiten.
Este club está formado por personas humildes y rectas, que se han visto en una pesadilla de la noche a la mañana. Si algún día la investigación de este escabroso asunto deriva hacia otro lado, ya se verá si hay alguna implicación inesperada. Pero hasta entonces, permítanme que siga creyendo en las personas. En aquellas que ven cómo su vida se les derrumba y son capaces de seguir adelante, entrenar, viajar y ganar un partido que les sirve para hoy, sin pensar siquiera si habrá un mañana.

Por esos tipos, por los que juegan, por los que curran alejados de los focos, por los que animan, por el Uruguay FS como familia y no como un solo ser; por todo eso y más, merece bastante% la pena apostar por ellos.