Desde que el chavismo gobierna Venezuela, su principal recurso para sostenerse es la riqueza petrolÃfera y el alto precio del crudo, más aún tras imponer el extinto Hugo Chávez condiciones unilaterales sobre cuánto recibe el Estado, cualquiera sea su socio, obteniendo una gran masa de petrodólares utilizados para dádivas internas y externas. Pero si aquel alto precio del crudo le sustentó, su valor actual puede derrocarle de recortar tales dádivas, lo que hasta sus adeptos no perdonarán.
A 120 dólares el barril, se solventaron expropiaciones; compras de armamento so pretexto de desestabilizaciones internas e invasiones externas; importaciones de lo que, por un modelo económico bolchevique, empresas intervenidas o que abandonaron Venezuela dejaron de producir; subsidios a simpatizantes; fuerzas de choque de chavistas armados; propaganda oficialista; regalo de petróleo y compra de deuda externa de paÃses amigos, a cambio de votos en foros internacionales para ensalzar a Chávez y Nicolás Maduro.
Pero hoy el precio del barril ronda los 72 dólares y, siendo el 95 por ciento de los ingresos públicos ante la parálisis de otros sectores productivos, ello condujo al estrangulamiento financiero. Sin abundancia de petrodólares para gastar y regalar, pagar deuda externa e interna, ni reparar las refinerÃas de Amuay y Cardón, las más grandes de Latinoamérica y hoy paralizadas, el chavismo se tambalea.
Maduro, imitando a Chávez, ocultó su incapacidad para incentivar otros sectores económicos acusando a Estados Unidos de la caÃda del precio del petróleo para derrocarlo, olvidando que sus socios de la Organización de PaÃses Exportadores de Petróleo (OPEP) manejan tal mercado. Luego, quizás tras oÃr al pajarico, pidió sin éxito a estos reducir la producción. Por lo tanto, ni Obama ni López, sino un crudo que alimentó al chavismo, ahora barato, puede ser lo único que realmente lo derroque.
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