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Daño irreparable – Por Claudio Andrada

   

Se dice que cuando una palabra se pierde o simplemente cae en desuso, un concepto, una idea, un argumento expresado de tal forma, muere irremediablemente y sólo será pasto de los estudiosos de la Lengua. Algo aún más grave se está poniendo en peligro con las prospecciones petrolíferas de Repsol que, de manera dictatorial y sin tener en cuenta las mayores protestas de la historia de Canarias, han sembrado de negro futuro el destino fatal de las especies vivas en el mar de las Islas. El empecinamiento por la lujuriosa avaricia económica es la última razón que los mueve. No nos dejemos engañar pensando que lo que pretenden tanto la empresa privada como la participación necesaria del ministro Soria va encaminado a abaratar siquiera los combustibles, marcados siempre por otros que ni siquiera son los que extraen el petróleo. No. El servilismo del ministro de Industria y de todo su Gobierno, capaz de mandar a la Armada como policía de los intereses privados contra Greenpeace y de cualquier otra protesta, es más en esta ocasión que en ninguna otra contrario a la generalidad del pueblo de Canarias y el interés público.  Es, sencillamente, un acto de fuerza abusadora por la diferencia de las armas empleadas por unos y por los más débiles. Pero es que aún hay más en esta agresión a la voluntad popular manifestada en las calles. Está el irreparable daño que ya están haciendo las prospecciones sobre la vida en las aguas de Canarias, y más concretamente en la zona donde se llevan a cabo los sondeos. Según los estudiosos y científicos conservacionistas, veintiocho de los 87 tipos de cetáceos que existen en el mundo se encuentran en uno de los espacios más ricos para esta especie del planeta: el estrecho que separa las islas de Lanzarote y Fuerteventura. Cualquier ruido desplazará de este hábitat a las especies que residen en este delicado y único enclave, especies protegidas por ser muchas de ellas únicas en todo el planeta. Pero eso les da igual. Como si fueran dioses, también decidirán sobre las vidas de las aves, concretamente en los islotes de Lanzarote, que albergan la mayor población reproductora del territorio nacional de pardela cenicienta, amén de ser territorio de paso en su peregrinación anual a la plataforma continental de África de las aves de esta frágil especie que viven en las Islas Salvajes. El daño ya lo están haciendo. Y como no podemos confiar en que se les encienda la luz de sus conciencias, porque sencillamente no tienen, tendremos que ponernos nosotros en marcha e internacionalizar nuestras protestas. Que lleguen más allá del Atlántico, pero con una sola voz que vuelva a reiterar nuestro no al petróleo y el sí decidido a las renovables.