Destrucción. Centrarte única y exclusivamente en uno de los tres puntos clave no parece ser la mejor opción que podÃas escoger. Has de tomar como referencia al trÃo que, un dÃa sin fecha ni hora, alguien nos hizo conocer. Por algo de las raÃces y las hojas, si mal no recuerdo. O por algo del Trimurti, también. Todo ello relacionado con las bases de su equilibrio; la combinación perfecta que, en mayor o en menor medida, trae a nuestra existencia la locura y cordura necesaria, en dosis estructuradas por el desorden. Desorden conjunto de la destrucción, la creación y la conservación, sin separaciones ni exclusividades. Más bien, con un poco de todo. Y desestructuradamente ordenadas. Vayamos por partes y de inicio a fin. Lo primero, destruye. Destruye con ganas, como si no hubiera un mañana. Cárgate (en su sentido más metafórico, subjetivo y lógico, por favor) todo aquello indeseable que hoy te rodea, que hoy te posee y termina contigo. Deja escapar aquello que te amenaza con irse. Deja huir a las traicioneras hojas del árbol que viven enamoradas del invierno, arranca las páginas del libro que jamás terminaron de encajar. Disfruta destruyendo los sentimientos que se han dedicado a destruirte a ti, sin pausa pero con prisa. Con cariño, pero sin amor. Destruyendo, pero sin olvidar. Y comienza a crear. First destroy, then create. Pasa de un extremo a otro, pero pasa.
Dale pie a aquello que la vida te brinda en forma de novedad, de curiosidad, que nunca se sabe. Deja florecer nuevas hojas que formen parte de ti, por muy diversas que puedan ser. Abre el libro por una nueva página en blanco y comienza a escribir tu propio futuro, tus propias decisiones. Y por dar, ya puestos, pon un poco de ti para esa segunda oportunidad, por muy mala fama que se hayan ganado las segundas partes. MÃralo como un nuevo comienzo. Uno diferente. Créalo, pero sin olvidar. Sin olvidar lo más importante, lo que realmente está en ti y sueles olvidar. Ojito. Mantén cuidadas las ramas fundamentales de tu árbol, las raÃces que te hacen seguir en el suelo. Guarda los capÃtulos que hoy son parte de ti. Elimina lo malo, observando tus cicatrices y dando paso a lo nuevo. Destruye, crea y conserva. Con un desorden estructurado, con un orden desestructurado… pero cuidando siempre lo que tienes. Siempre.