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Ganando entre goteras – Por José Antonio Felipe Martín

   

Debe de ser cierto aquello de que desde que caen cuatro gotas la Isla se pone patas arriba. Ayer se volvió a ver en el Santiago Martín, posiblemente la mejor instalación deportiva pública de alto nivel de la Isla -antes de Canarias hasta que llegó el Gran Canaria Arena- que siempre que llueve trae problemas para la práctica del deporte. La imagen de los voluntarios del CB Canarias secando con mopas y toallas el parqué es lamentable para una competición como la Liga Endesa se mire por donde se mire, pero aquí, al menos una vez al año, nos acostumbramos a ello.

Durante la semana, en los entrenamientos del Iberostar Tenerife, algunos jugadores habían sufrido algún resbalón que pudo haber costado caro. Afortunadamente no fue así, pero ahí quedó el susto. Ayer me comentaban que no son goteras, sino que la humedad que generan las lluvias acaban reflejándose sobre el parqué pero, más allá de que sea una u otra cosa, lo cierto es que eso necesita de una solución y que no es algo que coja por sorpresa.

Pasó algo similar hace dos años, durante el transcurso de una Copa Toyota. En aquella ocasión la humedad y el calor provocaron exactamente lo mismo: que la pista fuera un peligro para los profesionales. Por fortuna, el pabellón Insular Santiago Martín no es el Palacio Municipal de los Deportes de Santa Cruz, pero sigue sin ser de recibo que, para toda España, en la Liga Endesa haya un pabellón en el que los voluntarios tengan que estar atentos a que se ataque en una canasta para, rápidamente, secar la pista más cercana a la otra sin ser arrollados en el intento.

Y en medio se jugó un partido. No fue bonito para el espectador, pero sí para el aficionado. El Iberostar Tenerife necesitaba ganar ya en casa, por estrenarse y por la Copa del Rey, que parece que no, pero que sí, y lo consiguió de manera sobrada. Demostrando que si en la ACB hay tres ligas, el Canarias es de los mejores, si no el mejor, de la suya y que eso es por varios motivos. Uno de los principales es la continuidad del proyecto. A estas alturas de temporada, en la que los equipos aún están en construcción, los de Alejandro Martínez recogen los frutos del trabajo de planificación de pretemporada, de las negociaciones llevadas a buen puerto y de que haya habido jugadores que han preferido seguir en la Isla a pesar de tener otras ofertas.

Andorra no es mal equipo, está trabajo y, como el Canarias, ha renovado a buena parte de su plantilla, aprovechando también esa continuidad que tantos beneficios da a cualquier equipo, pero ayer el cuadro insular logró que pareciera mucho peor de lo que es realmente. A eso se refería Alejandro Martínez en rueda de prensa después del compromiso, a tener que valorar el esfuerzo y el trabajo más allá de un marcador que puede resultar, porque lo es, muy abultado. Martínez quiere que, más allá de los elogios que suele recibir su equipo, el mismo no pare nunca, no se relaje y jamás tenga suficiente. Porque solo así se consiguen los objetivos y porque el hambre, fue, entre otros, uno de los condicionantes para llegar hasta aquí.