El sueño de Manuel Domínguez, en el que la Finca de Los Príncipes se convertía en un tapiz verde para golfistas, comienza a convertirse en una pesadilla. Otro informe institucional, esta vez de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación Territorial del Gobierno de Canarias, vuelve a poner en cuestión la viabilidad urbanística del proyecto de campo de golf que el Alcalde de Los Realejos pretende instalar en este bello rincón. Pero, ¿cómo hemos llegado a esta situación? ¿Por qué el Ayuntamiento plantea un proyecto sin el apoyo de la ciudadanía y sin los fundamentos legales necesarios? La solución a estas preguntas radica en que La Finca de Los Príncipes no ha sido nunca un problema público, por lo tanto, no era necesario buscar soluciones para ella, y menos, en base a un disparatado proyecto de campo de golf.
La Finca de Los Príncipes constituyó durante siglos la despensa de nuestro municipio, una zona de alto valor agroecológico (lo sigue siendo) cuyos cultivos abastecían a la población local. Sin embargo, a partir del boom económico de los años 70, se produce una fuerte y continuada merma de la superficie cultivada. Evidentemente, toda la finca continúa manteniendo su valor ecológico, por ello está clasificada como Suelo Rústico de Protección Agraria y como Área de Protección Económica en la legislación territorial. Sin embargo, es cierto que el abandono de los cultivos produjo cierta pérdida de calidad paisajística en la zona.
A partir de los años 90 del siglo pasado comienzan a sonar las campanas del campo de golf, sonido que se ha mantenido hasta hoy, azuzado por el poder político y empresarial, así como por los intereses privados y la especulación urbanística. Es en estos momentos cuando comienza una campaña brutal para transformar un problema inexistente (o al menos un problema mínimo) en una cuestión de vital importancia para los vecinos. Los diferentes gobernantes se afanan en llevar a la opinión pública y a la agenda política municipal el deterioro de la Finca de Los Príncipes como un asunto fundamental. Resuenan en el ambiente argumentos tipo: “Total, para que esté abandonada que hagan un campo de golf, que por lo menos estará verde el paisaje”. Así, la importancia de este lugar, derivada de su potencialidad y su valor para la soberanía alimentaria, pasa a un segundo plano. Se fabrica un problema social casi inexistente a través de un discurso edulcorado y de la utilización de grandes recursos económicos y mediáticos. Incluso, llegan a intervenir actores secundarios, que van a realizar en algunos puntos de la Finca vertidos ilegales. Es posible que alguno de estos actores tuviera incluso objetivos que iban más allá de deshacerse de algunos residuos. Lo que sí sabemos a ciencia cierta, es que el Ayuntamiento nunca se ha afanado demasiado en las labores de limpieza. Por algo será. ¿Verdaderamente constituye un problema la Finca de Los Príncipes? ¿La solución a este problema está en el golf? Quizás, lo que sucede es que nos encontramos con un poder político y empresarial, que lo que ha pretendido es instalar a toda costa un campo de golf, con el objetivo de satisfacer no sabemos qué intereses. En ese sentido, ¿no es posible que para los gobernantes municipales sea el campo de golf la solución que busque desesperadamente un problema?
En los últimos años, la recuperación de la superficie cultivada ha venido a demostrar que no nos encontrábamos ante un problema. El verdadero problema consistió en abandonar de forma drástica el campo para incentivar modelos de desarrollo insostenibles basados en la construcción. Si a ello unimos la aparición de nuevos actores como la fuerte contestación ciudadana al proyecto, con más de 1.000 alegaciones, o la negativa de las administraciones superiores a la ejecución del mismo, nos encontramos con que finalmente el problema no está en la Finca de Los Príncipes, sino en el propio campo de golf que a toda costa han querido colarnos los diferentes alcaldes de Los Realejos.
*CONCEJAL DE IUC EN LOS REALEJOS