Estoy convencido de que todos los canarios – y los no canarios que viven en las islas de forma habitual – estarán de acuerdo con una idea que les voy a proponer con el propósito de que mi objetivo se traduzca en realidad a la menor brevedad posible. Me refiero a la actitud de las mujeres y hombres que informan del tiempo en este archipiélago que cada día que pasa se parece más a unas cagadas de mosca, como diría Pepe Monagas, que a unas islas hechas y derechas. Las mujeres y los hombres que presentan los espacios del tiempo en las televisiones de este país son unos desconsiderados con los canarios. Siempre nos dan la espalda, o el frente, según estén mirando. Se colocan en el recuadro del mapa reservado a las islas para explicar los fenómenos meteorológicos del día a día. De tal manera que vemos el tiempo que va a hacer en la península, pero no vemos el que va a presentarse encima de nuestros cielos, porque las caderas y las nalgas de las susodichas y susodichos están literalmente ubicad@s encima de nuestras narices. Sean la cintura de Mónica López o de Albiol, o las de Brasero, por ejemplo, de TVE1 y de Antena3, respectivamente, o de cualesquiera otras cadenas de televisión, los canarios, cuando visualizamos el tiempo que nos espera, lo único que estamos viendo es el vientre o las nalgas de los meteorólogos. (Entre los vientres y las nalgas suelen producirse muchos meteoros y no pocas tormentas y borrascas que descargan que dan gusto). El caso es que, como los frentes suelen entrar siempre o casi siempre por Galicia, pues ahí van ellos. Se aposentan en el lado izquierdo de la pantalla televisiva de cada hogar, virándonos la popa para explicar cómo va a llover en Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco, Navarra, Aragón y Cataluña. O cómo se van a desplazar las nubes por Castilla- León y luego por La Rioja, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Baleares, Extremadura, Madrid, Murcia, Andalucía y Ceuta y Melilla. De tal manera que, como siempre se desplazan de oeste a este, pues mantienen la osamenta de la zona de la cadera sobre Canarias. Tal es así que, parafraseando a Monagas (nada que ver con Monago, el presidente de Extremadura) “si semos islas, nos salvemos”, pero “si semos moscas, la caguemos…”
¡Háganme el favor señoras y señores! Dirijan los vientos hacia todos los lados, como la rosa de los ídem. Que nos toque a todos un poquito de lentejas, garbanzas o judías compuestas alguna vez en la semana, o en el transcurso de un mes. O pasen por la botica y llévense a casa un poquito de bicarbonato, o de sal de frutas, para una buena digestión.
Es humano errar la previsión. Pueden ustedes decir que va a llover a cántaros y luego viene un calor que raja las piedras. O a la inversa. Pero en materia de isobaras anchas o estrechas, con más o menos presión atmosférica, con más o menos hectopascales y con más o menos ciclogénesis explosivas, esta tierrecita insular se merece un mejor posicionamiento en los mapas del instituto de meteorología.
Alejados, de vez en cuando, de las turbulencias que generan las inversiones térmicas estomacales. O de los gradientes atmosféricos que determinan que ya se ha hecho la digestión y no hay peligro de más emisión de gases de efecto y, sobre todo, de pestilencias de invernadero…
¡Háganme el favor, cristianos!