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El incidente – Por Leopoldo Fernández

   

El lamentable incidente ocurrido el sábado entre lanchas del patrullero de la Armada Relámpago y del buque de Greenpeace Arctic Sunrise ha dado alas a la organización ecologista en sus afanes propagandísticos. Desde siempre, Greenpeace se atribuye una especie de conciencia verde universal que cree le faculta para actuar a la vez como fiscal, juez y verdugo en cuestiones medioambientales. Son incontables los casos en que ha intervenido, violando normas legales o de la más elemental prudencia, en tierra y, sobre todo, en el mar, contra plataformas y barcos balleneros y petroleros, centrales nucleares, obras públicas o privadas, etc., actos por los que no pocos de sus miembros fueron detenidos, juzgados, condenados y encarcelados. Quiero decir que los activistas son más que ángeles de la guarda; por ejemplo, el sábado tenían previsto abordar el Rowan, el barco alquilado por Repsol y sus socios para los sondeos, pintar el casco con un eslogan y subir a bordo para desplegar una pancarta. Sabían que se hallaban en zona de exclusión, prohibida a la navegación marítima por razonas de seguridad, y que con su presencia impedían los trabajos del barco mentado. Todo lo hacían de manera pacífica, sí, para denunciar las prospecciones, pero se pasaron tres pueblos. Como se excedió la Armada -estaba presente para garantizar el libre tránsito marítimo y la seguridad en la zona prohibida a la navegación-, que nunca debió embestir a las lanchas ecologistas cayendo así en una provocación de libro. Pero, lo más grave es que el presidente Rivero declare que estamos ante la mayor agresión de España a Canarias desde la conquista. El jefe del Gobierno canario hace tiempo que ha perdido los papeles, y quizás la cabeza, como ayer mismo dio a entender el alcalde lagunero en una entrevista radiofónica. Prueba de ello es que se dispone a enviar al lugar de los sondeos un barco de inspección pesquera para que siga de cerca los trabajos de Repsol junto a una flota canaria preparada al efecto. Se une así, tirando por la borda su relevante labor institucional y su papel moderador, al coro de manifestantes dispuestos a incrementar la tensión entre Canarias y Madrid. ¿Se entiende por qué algunos de sus propios compañeros no quieren que aspire a un nuevo mandato presidencial?