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La invasión – Por Jorge Bethencourt

   

El weekend de Halloween se celebró con un party público en la plaza de España. La gente de la tele hizo un late night que consiguió uno de los mayores shares del año. Y eso que competía con un partido de la Champions. En Twitter arrasó el hastag de una itgirl que es la amigovia de un famoso actor. Y así estamos, con la wifi, los hacker, el sms, el jonrón, el lifting y la madre que los parió. Mi abuela no entendería nada de lo que acabo de escribir. Son las palabras de ahora, con las que habla la gente que me rodea. El fin de semana del Día de Todos los Santos ha sido sustituido por el anglosajón Halloween. De igual forma que ese gordo con barba blanca y vestido de rojo, con sus renos, ha sustituido a nuestros pobres reyes magos y sus camellos. El mundo de Hollywood y sus monstruos ha terminado imponiendo su reinado comercial.

Todo sea a la mayor gloria del consumo. Y poco a poco las palabras inglesas van depositándose en el habla de los españoles. El virus se contagia de forma masiva a través de las redes y las nuevas tecnologías. Y aunque la RAE trota con la lengua fuera intentando deglutir y digerir y españolizar todo lo que puede, la pobre no da abasto.

Es una batalla perdida. Este es el universo del software, del hardware, del overbooking, de las subprime, del chat, del WhatsApp y de tantas cañas que se vuelven lanzas anglosajonas. Los jóvenes de Galicia y de Miami juegan a los mismos juegos de ordenador, ven las mismas películas, leen los mismos libros, escuchan la misma música. El mundo se hace más pequeño. Y más inglés. Y el castellano, una reliquia.